tag:blogger.com,1999:blog-36889036761603098942024-03-13T00:59:27.791-07:00el blog de historia económicaEl blog de Historia Económicahttp://www.blogger.com/profile/08085315852169823198noreply@blogger.comBlogger21125tag:blogger.com,1999:blog-3688903676160309894.post-36373367073811531232011-03-02T04:32:00.000-08:002011-03-11T07:45:06.433-08:00La tesis de Gregory Clark, por Dan Eugen Caprarin, David Jesús Cerezo y María Castilla Prados<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/4/4c/William_Hogarth_-_Industry_and_Idleness%2C_Plate_8%3B_The_Industrious_%27Prentice_grown_right%2C_%26_Sheriff_of_London.png"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 400px; height: 300px;" src="http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/4/4c/William_Hogarth_-_Industry_and_Idleness%2C_Plate_8%3B_The_Industrious_%27Prentice_grown_right%2C_%26_Sheriff_of_London.png" border="0" alt="" /></a><div style="text-align: justify;">“A farewell to alms”, publicado por Gregory Clark, expone dos originales teorías sobre la historia de la economía. La primera se opone a la concepción general de progreso (el aumento del bienestar experimentado por la humanidad a lo largo de la historia), y la segunda trata de explicar a través de una perspectiva “biológico-cultural”, por qué la revolución industrial tuvo lugar en Inglaterra. Clark se apoya en la teoría malthusiana para demostrar que los niveles de vida de las sociedades preindustriales no eran superiores a los de los cazadores-recolectores del palelolítico. En cuanto a la segunda teoría, Clark sostiene que la revolución industrial se produjo en Inglaterra debido a la evolución de las familias más ricas. Estas tenían un mayor número de hijos, y al cabo de varias generaciones fueron conformando una “clase media”. A lo largo del tiempo, esta clase media fue creciendo en tamaño, y con ella, sus valores de ahorro, esfuerzo y trabajo fueron empapando la sociedad inglesa, preparando las condiciones para que protagonizara la Revolución Industrial.<br /></div><div style="text-align: justify;"> No creemos que factores como la existencia de seguridad jurídica, una justicia eficaz y la defensa de los derechos de propiedad sean fórmulas vacías, como cree Clark. Al contrario, estos elementos son indispensables para que exista crecimiento económico, al favorecer el comercio y la iniciativa privada para arriesgar recursos. El comercio promueve el crecimiento y la especialización, permitiendo que las sociedades alcances mayores cotas de bienestar.<br /></div><div style="text-align: justify;"> Lo que parece sorprendente es la poca atención que le da el profesor Clark al papel del Estado, teniendo en cuenta el importante papel que desempeñó antes y durante la Revolución Industrial. En el caso de Gran Bretaña, la organización del Estado era distinta que la de los países competidores, tenía mejor delimitados los derechos de propiedad y la actividad económica estaba menos regulada. Todo esto hizo que el mercado británico en determinados productos presentara menor regulación y mayor libertad económica en general.<br /></div><div style="text-align: justify;"> El autor tampoco tiene en cuenta la importancia del crecimiento demográfico, que proporciona mercados del tamaño necesario para promover el comercio y la especialización y permite la aparición de innovadores. Para aquellas personas que piensan que somos demasiado en el mundo, podemos mencionar el estudio que realizó Thomas Sowell: "Coge el estado de Texas, divídelo en parcelas de 45 metros cuadrados, pon una casa en cada una y una familia de cuatro en cada casa y alojarías a toda la población mundial."<br /></div><div>Imagen: </div><div><span class="Apple-style-span" style=" line-height: 19px; -webkit-border-horizontal-spacing: 2px; -webkit-border-vertical-spacing: 2px; font-family:-webkit-sans-serif;font-size:12px;">William Hogarth - Industry and Idleness, Plate 8; The Industrious 'Prentice grown right, & Sheriff of London</span><br /></div>El blog de Historia Económicahttp://www.blogger.com/profile/08085315852169823198noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-3688903676160309894.post-25730930258046691522010-12-29T01:24:00.000-08:002010-12-29T01:39:33.663-08:00¿Cómo se puede evitar la tragedia de los bienes comunes?, por Susana Laorden Hetfleder<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgS0o9ZmZOFTTFIoL8womfs0ORGPRYeOhv8XaXH81KMZiugyGRX12VLOHzbjheYycK_gSF9CUhPJkbqbcFjVN3dX1tZFhsEmy-hjxH5Zt8S-5WvhPpQ1LRNvm1toHwTO8DdRwSWm7u6jv8/s1600/Alubias_o_judias_secas_.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 254px; height: 320px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgS0o9ZmZOFTTFIoL8womfs0ORGPRYeOhv8XaXH81KMZiugyGRX12VLOHzbjheYycK_gSF9CUhPJkbqbcFjVN3dX1tZFhsEmy-hjxH5Zt8S-5WvhPpQ1LRNvm1toHwTO8DdRwSWm7u6jv8/s320/Alubias_o_judias_secas_.jpg" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5556036101617724834" /></a><div style="text-align: justify;"><span class="Apple-style-span"><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; "></p><div style="text-align: justify;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial; font-size: 13px; border-collapse: collapse; ">El ensayo parte del juego realizado en clase: la clase se dividió en grupos y cada grupo poseía una bolsa con un número definido de judías. La bolsa fue rotando y pasando por cada uno de los miembros del grupo, que se veían obligados a coger un mínimo de una y un máximo de tres judías. Al finalizar cada ronda, se rellenaba la bolsa con el número de judías que había quedado en la bolsa. El objetivo consistía en lograr nueve judías: el que las consiguiera era el ganador del juego. <span class="apple-style-span">En este caso las judías constituían el bien común, pero en modelos de mayor</span> <span class="apple-style-span">complejidad también incluyen bosques, pastizales, la vida silvestre y agua</span> <span class="apple-style-span">superficial y subterránea.</span></span></div><p></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; font-family: arial, sans-serif; font-size: small; border-collapse: collapse; "><span style="font-size:10.0pt; font-family:Arial;color:black"><span class="apple-style-span">E</span></span><span class="Apple-style-span" style="font-family: Georgia, serif; font-size: 16px; "><span class="apple-style-span"><span style="font-size: 10pt; font-family: Arial; color: black; ">n el primer intento llevado a cabo cada miembro del grupo encontró más beneficioso coger más judías de las que la bolsa podía soportar, porque se</span></span><span style="font-size: 10pt; font-family: Arial; color: black; "> <span class="apple-style-span">aproximaban rápidamente a ganar el juego y sólo internalizaban una fracción</span> <span class="apple-style-span">del costo de la sobreexplotación de la bolsa, por lo que el resultado fue una</span> <span class="apple-style-span">trágica pérdida de los recursos o judías para los miembros de grupo. Así la</span> <span class="apple-style-span">libertad de la comunidad redundó en la ruina de todos. </span></span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; font-family: arial, sans-serif; font-size: small; border-collapse: collapse; "><span class="Apple-style-span" style="font-family: Georgia, serif; font-size: 16px; "><span style="font-size: 10pt; font-family: Arial; color: black; "><span class="apple-style-span">E</span></span></span><span class="apple-style-span"><span style="font-size:10.0pt;font-family:Arial;color:black">ste primer caso corresponde con el modelo propuesto por Hardin, que afirma la</span></span><span style="font-size:10.0pt;font-family:Arial;color:black"> <span class="apple-style-span">tragedia inevitable de los bienes comunes motivada por el difícil y costoso</span> <span class="apple-style-span">control de acceso y por su carácter sustractivo (cada usuario es capaz de</span> <span class="apple-style-span">sustraer el bienestar de otros usuarios). La solución propuesta por Hardin al</span> <span class="apple-style-span">problema ejemplificado en la primera situación de juego consiste en la</span> <span class="apple-style-span">privatización de los bienes de uso común o manejarlos como propiedad pública</span> <span class="apple-style-span">y así distribuir el derecho de acceso y uso.</span></span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; font-family: arial, sans-serif; font-size: small; border-collapse: collapse; "><span style="font-family:Georgia; color:black"><o:p> </o:p></span><span class="apple-style-span"><span style="font-size:10.0pt;font-family:Arial;color:black">Aunque el juego se inició siguiendo el modelo seguido por Hardin, tras varios</span></span><span style="font-size:10.0pt;font-family:Arial;color:black"> <span class="apple-style-span">intentos, los miembros de cada uno de los grupos nos pusimos de acuerdo para</span> <span class="apple-style-span">controlar el acceso a nuestros recursos y establecimos un conjunto de normas de</span> <span class="apple-style-span">conducta que posibilitaban que todos los miembros del grupo ganábamos el juego</span> <span class="apple-style-span">si nos ajustábamos a las normas que previamente habíamos definido.</span></span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; font-family: arial, sans-serif; font-size: small; border-collapse: collapse; "><span style="font-family:Georgia; color:black"><o:p> </o:p></span><span class="apple-style-span"><span style="font-size:10.0pt;font-family:Arial;color:black">Este nuevo modelo de conducta responde a la tesis de Elinor Ostrom que</span></span><span style="font-size:10.0pt;font-family:Arial;color:black"> <span class="apple-style-span">posibilita la autorregulación del recurso dentro de un régimen de propiedad</span> <span class="apple-style-span">comunal a través de la construcción de instituciones, compromisos creíbles y supervisión mutua. Nuestro modelo de de juego cumplió las tres</span> <span class="apple-style-span">premisas ya que todos, por consenso, definimos la manera de actuar dentro de</span> <span class="apple-style-span">los compromisos definidos de mínimo y máximo de judías por ronda que en un</span> <span class="apple-style-span">modelo real podríamos asociar con la subsistencia, y nos</span> <span class="apple-style-span">obligamos a cumplir mutuamente el compromiso para lograr el bien común, que</span> <span class="apple-style-span">todos ganásemos el juego.</span></span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; font-family: arial, sans-serif; font-size: small; border-collapse: collapse; "><span style="font-family:Georgia; color:black"><o:p> </o:p></span><span class="apple-style-span"><span style="font-size:10.0pt;font-family:Arial;color:black">Así, concluyo el ensayo con una cita de McEvoy (1988): La gente no está</span></span><span style="font-size:10.0pt;font-family:Arial;color:black"> <span class="apple-style-span">desvalida sino que posee la capacidad de organizar y vigilar el uso de los</span> <span class="apple-style-span">recursos por parte de sus miembros, de distribuir los derechos de uso entre</span> <span class="apple-style-span">ellos y de ajustar los niveles de uso agregado para mantener un uso sustentable</span> <span class="apple-style-span">de los recursos.</span></span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; font-family: arial, sans-serif; font-size: small; border-collapse: collapse; "><span style="font-size:10.0pt; font-family:Arial;color:black"><o:p> </o:p></span><span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial; font-size: 13px; "> </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; font-family: arial, sans-serif; font-size: small; border-collapse: collapse; "><span class="apple-style-span"><span style="font-size:10.0pt;font-family:Arial;color:black">Bibliografía:</span></span><span style="font-size:10.0pt;font-family:Arial;color:black"><o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; font-family: arial, sans-serif; font-size: small; border-collapse: collapse; "><span style="font-family:Georgia; color:black"><o:p> </o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; font-family: arial, sans-serif; border-collapse: collapse; "><span class="Apple-style-span"><span class="apple-style-span"><span style="font-family: Arial; color: black; ">- Formas de propiedad y acceso a los recursos naturales. Una evolución de la </span></span></span><span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial; font-size: small; ">evidencia en torno a la tragedia de los comunes. David Feeny, Fikret, Bonnie J</span><span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial; font-size: small; ">McCay, James M Acheson.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; font-family: arial, sans-serif; border-collapse: collapse; "><span class="Apple-style-span"><span class="apple-style-span"><span style="font-family: Arial; color: black; ">- Reposando los bienes comunes: análisis socio-técnico sobre la construcción </span></span></span><span class="Apple-style-span" style="font-size: small; "><span class="apple-style-span"><span style="font-family: Arial; color: black; ">y regulación de los bienes comunes. </span></span><span class="apple-style-span"><span lang="EN-GB" style="font-family: Arial; color: black; ">Scientiae Studia.</span></span></span></p> <p class="MsoNormal" style="font-family: arial, sans-serif; border-collapse: collapse; "><span class="apple-style-span"><span class="Apple-style-span"><span lang="EN-GB" style="font-family: Arial; color: black; "></span>- The Tragedy of the Commons. Garret Hardin. Science.<o:p></o:p></span></span></p></span></div>El blog de Historia Económicahttp://www.blogger.com/profile/08085315852169823198noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-3688903676160309894.post-46830056539355773392010-02-01T11:24:00.000-08:002010-04-28T08:57:07.329-07:00La crisis de 2008, por Ricardo Manso Comino<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://www.thegreatdepression.co.uk/wp-content/img/souplineunempleyed.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 323px; height: 232px;" src="http://www.thegreatdepression.co.uk/wp-content/img/souplineunempleyed.jpg" border="0" alt="" /></a><br /><p class="MsoNormal" style="margin-top:5.0pt;margin-right:0cm;margin-bottom:5.0pt; margin-left:0cm;text-align:justify;text-indent:36.0pt;mso-line-height-alt:12.9pt"><span class="Apple-style-span" style=" ;font-family:Georgia;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">El término crisis, según el diccionario, hace referencia a una situación complicada o de dificultad. En la actualidad nos encontramos inmersos en una situación de crisis profunda que para ser estudiada debe hacerse desde dos vertientes, por un lado la referida a la economía real, y por otro lado la que se refiere al ámbito financiero. Es importante, por tanto, distinguir ambos conceptos para poder comprender perfectamente la actual situación. Cuando se habla de crisis económica, se hace referencia a una situación desfavorable que afecta fundamentalmente a los hogares y por tanto a aquellos indicadores macroeconómicos que los representan –desempleo, PIB, etc.. Sin embargo, el termino crisis financiera a lo que alude es a una situación de dificultad general de los bancos y entidades financieras que afectan a su liquidez y solvencia. La relación existente entre las dos variables de la crisis es una relación de causa-efecto, pues la crisis económica ha sido consecuencia de una crisis financiera provocada por la mala conducta de algunos bancos y entidades.</span></span></p> <p class="MsoNormal" style="mso-margin-top-alt:auto;mso-margin-bottom-alt:auto; text-align:justify;text-indent:35.4pt;mso-line-height-alt:12.9pt"><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">El shock de origen de la actual crisis mundial se encuentra en la concesión de las llamadas hipotecas subprime, un tipo de hipotecas que aparecieron en Estados Unidos hace aproximadamente unos quince años y que tuvieron su momento de mayor auge en el año 2005. Estas hipotecas se caracterizaban por ser concedidas por bancos y entidades financieras a personas que no podían garantizar la devolución del dinero prestado, corriendo de esta manera los bancos un gran riesgo de impago. El marco ideal para que se desarrollasen estas hipotecas era un marco donde los tipos de interés fueran bajos, porque si los tipos de interés subían se dispararía la morosidad.<u1:p></u1:p></span></span></span><span style="color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;"><o:p></o:p></span></span></p> <p class="MsoNormal" style="mso-margin-top-alt:auto;mso-margin-bottom-alt:auto; text-align:justify;text-indent:35.4pt;mso-line-height-alt:12.9pt"><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">Tras los atentados de 11-S, la Reserva Federal de Estados Unidos decidió bajar los tipos de interés significativamente</span></span></span><span class="apple-converted-space"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;"> </span></span></span><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">por temor a una crisis. Lo que pretendía era fomentar el consumo y facilitar la inversión, ante la desconfianza de la población y el pesimismo generalizado. Pero esto lo que hizo fue crear una burbuja inmobiliaria y desarrollar un marco ideal para que las hipotecas subprime proliferaran.<u1:p></u1:p></span></span></span><span style="color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;"><o:p></o:p></span></span></p> <p class="MsoNormal" style="mso-margin-top-alt:auto;mso-margin-bottom-alt:auto; text-align:justify;text-indent:35.4pt;mso-line-height-alt:12.9pt"><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">Mediante la concesión de estas hipotecas se quería lograr que el índice de hogares en propiedad del ciudadano estadounidense aumentara. Los bancos obtenían el beneficio de entregar estas hipotecas a través de unos intereses más altos que las hipotecas ‘normales’ a causa de la baja solvencia económica de las personas que pedían la hipoteca.<u1:p></u1:p></span></span></span><span style="color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;"><o:p></o:p></span></span></p> <p class="MsoNormal" style="mso-margin-top-alt:auto;mso-margin-bottom-alt:auto; text-align:justify;text-indent:35.4pt;mso-line-height-alt:12.9pt"><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">Los bajos tipos de interés hicieron que la burbuja inmobiliaria creciera y</span></span></span><span class="apple-converted-space"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;"> </span></span></span><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">que los precios de las casas se desorbitaran, teniendo un valor económico muy por encima de su valor real. De tal forma que los bancos y entidades financieras concedían hipotecas por encima del valor real de la vivienda. Esta situación estaba sostenida en que el precio de la vivienda siempre subiría. Cuando se creó la burbuja inmobiliaria el empleo crecía en Estados Unidos y existía un mercado de trabajo muy dinámico, por lo que la población que se había hipotecado con las hipotecas subprime podía devolver el dinero prestado sin ninguna complicación, teniendo aún mejor solvencia a causa del dinero ‘extra’ que los bancos les habían concedido. Pero este dinero ‘extra’ fue empleado por lo general para la compra de vehículos, vacaciones, etc. No conocían el riesgo de</span></span></span><span class="apple-converted-space"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;"> </span></span></span><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">que algo pudiera salir mal y por lo tanto el problema de devolver el dinero prestado sería bastante grande.<u1:p></u1:p></span></span></span><span style="color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;"><o:p></o:p></span></span></p> <p class="MsoNormal" style="mso-margin-top-alt:auto;mso-margin-bottom-alt:auto; text-align:justify;text-indent:35.4pt;mso-line-height-alt:12.9pt"><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">En 2004</span></span></span><span class="apple-converted-space"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;"> </span></span></span><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">la Reserva Federal comenzó a subir los tipos de interés, en parte para corregir la alta inflación que sufría el país, y en apenas dos años –julio de 2004 a julio de 2006– pasaron de un 1% a un 5,25%, lo que provocó un incremento espectacular de la morosidad.<u1:p></u1:p></span></span></span><span style="color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;"><o:p></o:p></span></span></p> <p class="MsoNormal" style="mso-margin-top-alt:auto;mso-margin-bottom-alt:auto; text-align:justify;text-indent:35.4pt;mso-line-height-alt:12.9pt"><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">Los bancos estadounidenses llegaron a un punto en el que no tenían más dinero a causa de la cantidad de hipotecas concedidas y también por el alto nivel de impagos, y tomaron la decisión de vender todas las hipotecas a inversores de todo el mundo para poder financiarse. Esto no les fue difícil lograrlo en un mundo tan globalizado financieramente como el actual.<u1:p></u1:p></span></span></span><span style="color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;"><o:p></o:p></span></span></p> <p class="MsoNormal" style="mso-margin-top-alt:auto;mso-margin-bottom-alt:auto; text-align:justify;text-indent:35.4pt;mso-line-height-alt:12.9pt"><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">Pero dado que sería difícil encontrar inversores que invirtiesen en estas hipotecas de tan alto riesgo, lo que hicieron los bancos fue buscar una herramienta financiera que minimizase aparentemente el riesgo. Lo que se hizo fue hacer ‘paquetes’ de hipotecas donde se mezclaban hipotecas de alto riesgo con hipotecas de riesgo medio y bajo, y vendérselas a inversores de todo el mundo, bajo el nombre de ‘Collateralized Debt Obligation’ -CDO-.<u1:p></u1:p></span></span></span><span style="color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;"><o:p></o:p></span></span></p> <p class="MsoNormal" style="mso-margin-top-alt:auto;mso-margin-bottom-alt:auto; text-align:justify;text-indent:35.4pt;mso-line-height-alt:12.9pt"><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">En este punto, entraron en juego las Agencias calificadoras de riesgo, cuya labor consistía básicamente en analizar y dar información a los inversores a cerca del riesgo de las inversiones. Estas agencias calificaban las inversiones mediante la siguiente escala de riesgo: AAA, AA, A, BBB, BB, B, CCC, CC, C, DDD, DD, D; donde la triple A representaban las inversiones más seguras, mientras que las D representaban un tremendo riesgo. Los cuatro primeros tipos de inversiones –AAA, AA, A y BBB- correspondían a inversiones seguras no especulativas, mientras que el resto son inversiones especulativas y en las cuales se incluían las</span></span></span><span class="apple-converted-space"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;"> </span></span></span><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">hipotecas subprime. Las Agencias calificadoras de riesgo cometieron la negligencia de calificar las CDO como inversiones no especulativas.<u1:p></u1:p></span></span></span><span style="color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;"><o:p></o:p></span></span></p> <p class="MsoNormal" style="mso-margin-top-alt:auto;mso-margin-bottom-alt:auto; text-align:justify;text-indent:35.4pt;mso-line-height-alt:12.9pt"><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">Las inversiones al parecer seguras fueron compradas por inversores de todo el mundo, con lo que el sistema financiero mundial se contaminó. Al vender estas hipotecas los bancos estadounidenses dieron por supuesto que el precio de la vivienda siempre subiría. Pero a partir del año 2007 ocurrió todo lo contrario, la vivienda dejó de crecer y su valor empezó a disminuir estrepitosamente. Por otro lado las familias también vieron disminuir sus activos y el valor de sus inversiones, las cuales habían adquirido en forma de fondos de inversión a través de entidades financieras que más tarde se vieron contaminadas.<u1:p></u1:p></span></span></span><span style="color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;"><o:p></o:p></span></span></p> <p class="MsoNormal" style="mso-margin-top-alt:auto;mso-margin-bottom-alt:auto; text-align:justify;text-indent:35.4pt;mso-line-height-alt:12.9pt"><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">Una de las principales consecuencias de esta crisis es la desconfianza que se generó entre los bancos a la hora de prestarse dinero entre ellos y a la vez prestar dinero a las familias, empresas, etc.; ante la duda de qué entidades estaban contaminadas y cuáles no. En Estados Unidos el gobierno, ante tal situación de inestabilidad financiera y económica, tuvo que tomar la decisión de asumir la propiedad de aquellos activos ‘tóxicos’ para proceder a su depuración y salvar así al sector de la banca a través de ayudas financieras de estímulo económico inyectando liquidez. El Tesoro de Estados Unidos elaboró planes de rescate para tranquilizar el mundo financiero y asegurar el mercado y el préstamo interbancario. La producción nacional ha caído en la mayor parte de los países avanzados, provocando que numerosas empresas y compañías se vieran obligados a cerrar tras encontrarse en una situación de falta de liquidez.<o:p></o:p></span></span></span></p> <p class="MsoNormal" style="mso-margin-top-alt:auto;mso-margin-bottom-alt:auto; text-align:justify;text-indent:35.4pt;mso-line-height-alt:12.9pt"><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">Una consecuencia de la actual crisis, y que sin duda es la que más afecta a la población, es el desempleo. El paro en Estados Unidos alcanzó la cifra del 10% en diciembre de 2009, la tasa más alta en las últimas tres décadas. Las previsiones para el año 2010 en el resto del mundo no auguran una situación mejor, sino todo lo contrario. La mayoría de los gobiernos a adoptado medidas de estímulo keynesianas, que es previsible que sigan ejecutándose mientras lo permita la capacidad de endeudamiento de los estados. </span><span><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;"> </span></span><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;"><o:p></o:p></span></span></span></p> <p class="MsoNormal" style="mso-margin-top-alt:auto;mso-margin-bottom-alt:auto; text-align:justify;text-indent:35.4pt;mso-line-height-alt:12.9pt"><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">Muchos economistas han comparado durante estos últimos meses las similitudes y diferencias existentes entre la actual crisis y otras ocurridas en el siglo XX. La crisis que se produjo en el año 1929 en Estados Unidos ha pasado a la historia por ser la más grave del siglo pasado. El llamado ‘jueves negro’ en octubre de 1929 fue el día en el que se desplomó la Bolsa de Nueva York y todos sus activos perdieron gran parte de su valor. En 1930 la Banca Morgan vendió todas las acciones que había comprado anteriormente provocando el hundimiento de millones de accionistas. El abandono del patrón oro y las devaluaciones fueron medidas que adoptaron varios gobiernos en los años posteriores.</span></span></span><span class="apple-converted-space"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;"> </span></span></span><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">Estados Unidos redujo drásticamente el préstamo exterior. Se puso en marcha una política generalizada de “perjudicar al vecino”. Algunas de estas decisiones hicieron que la crisis cobrara más fuerza y que su envergadura fuera de mayor calibre.<u1:p></u1:p></span></span></span><span style="color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;"><o:p></o:p></span></span></p> <p class="MsoNormal" style="mso-margin-top-alt:auto;mso-margin-bottom-alt:auto; text-align:justify;text-indent:35.4pt;mso-line-height-alt:12.9pt"><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">Las similitudes existentes entre el crack del 29 y la crisis actual son varias. Por ejemplo, el lugar donde se originaron las dos crisis fue Estados Unidos. La influencia a nivel mundial de este país con el resto de naciones es tan amplia en los dos periodos, que promovió la rápida transmisión </span><span><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;"> </span></span><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">de la crisis. Por otro lado en 1929 se produjo cierta desconfianza interbancaria, igual que en la actualidad, y esto repercutió en el mercado financiero haciendo más dificultosas las relaciones entre las entidades bancarias. Ambas situaciones de crisis provocaron un fuerte aumento del desempleo. Otra característica en común es la comisión de errores por parte de los gobiernos en cuanto a la regulación de los mercados financieros. En 1929 las empresas lograban sin ninguna dificultad créditos por parte de las entidades bancarias, pero cuando se produjo el crack y los bancos reclamaron el dinero prestado las empresas no disponían de este dinero y la gran mayoría se declararon en quiebra. <o:p></o:p></span></span></span></p> <p class="MsoNormal" style="mso-margin-top-alt:auto;mso-margin-bottom-alt:auto; text-align:justify;text-indent:35.4pt;mso-line-height-alt:12.9pt"><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">Un sector que en ambas crisis se ha visto afectado con bastante intensidad ha sido el de la construcción a causa del descontrol inicial en ambas crisis, la incorrecta regulación, y la sobrevaloración de la vivienda. Cuando hablamos de crisis debemos también hablar de crisis industrial. En 1929 la producción se redujo hasta un 40%, las tres cuartas partes de la producción mundial se concentraban en Estados Unidos, Alemania, Reino Unido y Francia, por lo que la crisis afectó seriamente al tejido productivo de estos países y al mismo tiempo al resto de naciones que dependían de su producción. <o:p></o:p></span></span></span></p> <p class="MsoNormal" style="mso-margin-top-alt:auto;mso-margin-bottom-alt:auto; text-align:justify;text-indent:35.4pt;mso-line-height-alt:12.9pt"><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">Durante las dos crisis se intentó salvar en cierta medida a las empresas de la bancarrota como ocurrió entre 1933 y 1938 con la implantación del New Deal por parte del Presidente Rooselvelt, cuyos objetivos fueron ayudar a los bancos con participaciones en su capital, subvencionar al sector agrícola, y estimular la industria mediante programas de inversión pública. En la crisis actual los gobiernos también han puesto en marcha programas ambiciosos de inversión pública. Respecto al sistema bancario, en la crisis actual los gobiernos han actuado con mayor rapidez y decisión que en la crisis de 1929 para contener la crisis financiera, poniendo en marcha conjuntamente planes de rescate.</span></span></span><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;"><o:p></o:p></span></span></p> <p class="MsoNormal" style="mso-margin-top-alt:auto;mso-margin-bottom-alt:auto; text-align:justify;text-indent:35.4pt;mso-line-height-alt:12.9pt"><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">A pesar de estas similitudes, existen a la vez divergencias importantes que hacen diferentes a estas dos crisis. Por un lado en 1929 se tomó la decisión de adoptar una política monetaria restrictiva, es decir, elevar la tasa de interés, para así salvar la actividad económica. En la actualidad la política adoptada es una política de carácter expansivo y por consiguiente se ha bajado la tasa de interés. Los gobiernos en la actualidad están enfrentando desde el principio y con cierta decisión los problemas de las entidades financieras, intentado que la liquidez bancaria aumente. Sin embargo durante la crisis de 1929 no se tomaron medidas por parte del gobierno hasta 1932, año en el que los empresarios recibieron las primeras ayudas estatales. En la actualidad existen ayudas sociales para las familias o sectores más perjudicados por la crisis, mientras que en 1929 apenas había estado de bienestar. El efecto de la globalización también tiene un papel primordial en esta crisis, ya que a través de las relaciones internaciones entre los bancos, las hipotecas subprime se expandieron con gran facilidad y rapidez por todo el planeta. En 1929 aunque ya existía cierta globalización y dependencia de los bancos de Europa y del resto del mundo con los estadounidenses, no existían condiciones que hicieran tan fluidas las relaciones interbancarias. Otra diferencia es el distinto valor de las divisas que antes se fijaba mediante el Patrón Oro, sin embargo ahora se fija a través de tipos de cambio flotantes. Las diferencias existentes entre 1929 y hoy sobre la libre circulación del capital a través de una economía monetaria global existente en la actualidad hacen más accesible al capital desde cualquier lugar del mundo. <o:p></o:p></span></span></span></p> <p class="MsoNormal" style="mso-margin-top-alt:auto;mso-margin-bottom-alt:auto; text-align:justify;text-indent:35.4pt;mso-line-height-alt:12.9pt"><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">La tecnología tiene mucha importancia en este desarrollo del sistema monetario, facilita las relaciones entre países y hace que las operaciones financieras sean más rápidas y fluidas de lo que lo eran en 1929, aunque es al mismo tiempo un arma de doble filo, pues ha ayudado a la difusión de las hipotecas subprime. Los países afectados en la crisis del 29 fueron principalmente los grandes productores mundiales (Estados Unidos, Alemania, Gran Bretaña y Francia), pero la actual crisis está rompiendo fronteras y expandiéndose por todo el mundo. Por último, el papel de las instituciones económicas internacionales, como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial o el G20, está siendo más activo actualmente en la búsqueda de soluciones conjuntas y coordinadas a la crisis<o:p></o:p></span></span></span></p> <p class="MsoNormal" style="mso-margin-top-alt:auto;mso-margin-bottom-alt:auto; text-align:justify;text-indent:35.4pt;mso-line-height-alt:12.9pt"><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">A mi juicio, la ambición de los bancos y entidades financieras estadounidenses a la hora de vender desmesuradamente hipotecas subprime sin tener ningún sistema de control que garantizara la devolución del dinero prestado, ha sido la causa fundamental de la actual crisis financiera que ha llevado a la inestabilidad de los mercados y al aumento de la incertidumbre entre la población causando así una crisis económica. Todo esto unido, a la falta de regulación del mercado y la falta de responsabilidad política del gobierno de Estados Unidos para impedir que se concedieran las hipotecas de alto riesgo ha hecho que se dé el marco ideal para que la crisis sea tan profunda.<u1:p></u1:p></span></span></span><span style="color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;"><o:p></o:p></span></span></p> <p class="MsoNormal" align="center" style="mso-margin-top-alt:auto;text-align:center"><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;"><u1:p></u1:p><u1:p></u1:p><u1:p></u1:p><u1:p></u1:p><u1:p></u1:p><u1:p></u1:p><u1:p></u1:p><u1:p></u1:p><u1:p></u1:p><u1:p></u1:p><u1:p></u1:p><u1:p></u1:p><u1:p></u1:p><u1:p></u1:p><u1:p></u1:p><u1:p></u1:p><u1:p></u1:p><u1:p></u1:p><u1:p></u1:p><u1:p></u1:p><u1:p></u1:p><u1:p></u1:p><u1:p></u1:p><u1:p></u1:p>BIBLIOGRAFÍA<u1:p></u1:p></span></span></span><span style="color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;"><o:p></o:p></span></span></p> <p class="MsoNormal"><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><u1:p></u1:p><u1:p></u1:p><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">Agencia EFE (2006), 'La Reserva Federal mantiene los tipos de interés en 5,25%',</span></span></span><span class="apple-converted-space"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"> </span></span></span><span class="apple-style-span"><i><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">20 Minutos</span></span></i></span><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">, 25 de octubre de 2006, en</span></span></span><span class="apple-converted-space"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"> </span></span></span><span style="color:black;"><a href="http://www.20minutos.es/noticia/165849/0/reserva/federal/dolar/"><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">http://www.20minutos.es/noticia/165849/0/reserva/federal/dolar/</span></span></span></a><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"><o:p></o:p></span></span></p> <span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"><u1:p></u1:p> </span><p class="MsoNormal"><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"><u1:p></u1:p>Aldcroft, D. (1989),</span></span></span><span class="apple-converted-space"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"> </span></span></span><span class="apple-style-span"><i><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">Historia de la economía europea 1914-1980</span></span></i></span><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">, Barcelona: Crítica, pp. 98-ss.<u1:p></u1:p></span></span></span><span style="color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"><o:p></o:p></span></span></p> <p class="MsoNormal"><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"><u1:p></u1:p>Aspe, P. (2009), ‘Los orígenes de la crisis’,</span></span></span><span class="apple-converted-space"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"> </span></span></span><span class="apple-style-span"><i><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">CNN Expansión</span></span></i></span><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">, 9 de febrero de 2009, en</span></span></span><span style="color:black;"><a href="http://www.cnnexpansion.com/economia/2009/02/06/los-origenes-de-la-crisis"><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">http://www.cnnexpansion.com/economia/2009/02/06/los-origenes-de-la-crisis</span></span></span></a><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"><o:p></o:p></span></span></p> <span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"><u1:p></u1:p> </span><p class="MsoNormal"><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"><u1:p></u1:p>Berzosa, C. (2009), ‘Crisis financiera, crisis global’,</span></span></span><span class="apple-converted-space"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"> </span></span></span><span class="apple-style-span"><i><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">El País</span></span></i></span><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">, 10 de febrero de 2009, en</span></span></span><span style="color:black;"><a href="http://www.elpais.com/articulo/opinion/Crisis/financiera/crisis/global/elpepiopi/20090210elpepiopi_4/Tes/"><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">http://www.elpais.com/articulo/opinion/Crisis/financiera/crisis/global/elpepiopi/20090210elpepiopi_4/Tes/</span></span></span></a><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"><o:p></o:p></span></span></p> <span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"><u1:p></u1:p> </span><p><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">Brugger Jakob, S. I. (2009), ‘Las agencias calificadoras y su rol en las crisis financieras’,</span><i><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">Contribuciones a la Economía</span></i><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">, en</span></span></span><span class="apple-converted-space"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"> </span></span></span><span style="font-family:Georgia;color:black;"><a href="http://www.eumed.net/ce/2009a/"><span class="apple-style-span"><span><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">http://www.eumed.net/ce/2009a/</span></span></span></a><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"><o:p></o:p></span></span></p> <span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"><u1:p></u1:p> </span><p class="MsoNormal"><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">Calvo, P. y Vegas, P. (2007), ‘Semejanzas y diferencias con otras crisis financieras: ni tulipanes, ni trenes... ¡Hipotecas!’,</span></span></span><span class="apple-converted-space"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"> </span></span></span><span class="apple-style-span"><i><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">El Economista</span></span></i></span><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">, 5 de octubre de 2007, en</span></span></span><span style="color:black;"><a href="http://www.eleconomista.es/mercados-cotizaciones/noticias/288858/10/07/Semejanzas-y-diferencias-con-otras-crisis-financieras-ni-tulipanesni-trenes-Hipotecas.html"><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">http://www.eleconomista.es/mercados-cotizaciones/noticias/288858/10/07/Semejanzas-y-diferencias-con-otras-crisis-financieras-ni-tulipanesni-trenes-Hipotecas.html</span></span></span></a><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"><o:p></o:p></span></span></p> <span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"><u1:p></u1:p> </span><p class="MsoNormal"><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"><u1:p></u1:p>Delgado, M. C. (2008), ‘Un año de desconfianza y temor ante la crisis subprime’,</span></span></span><span class="apple-converted-space"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"> </span></span></span><span class="apple-style-span"><i><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">El Mundo</span></span></i></span><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">, en</span></span></span><span style="color:black;"><a href="http://www.elmundo.es/mundodinero/2008/08/08/economia/1218205220.html"><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">http://www.elmundo.es/mundodinero/2008/08/08/economia/1218205220.html</span></span></span></a><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"><o:p></o:p></span></span></p> <span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"><u1:p></u1:p> </span><p class="MsoNormal"><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"><u1:p></u1:p>Diccionario de la Real Academia Española de la lengua, termino ‘crisis’, en</span></span></span><span style="color:black;"><a href="http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=crisis"><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=crisis</span></span></span></a><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"><o:p></o:p></span></span></p> <span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"><u1:p></u1:p> </span><p class="MsoNormal"><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"><u1:p></u1:p>Estudio económico de la Caja Inmaculada acerca de las de de la Hipotecas subprime, en</span></span></span><span style="color:black;"><a href="http://www.cai.es/sestudios/pdf/estudios/21%20de%20octubre%20de%202007%20Hipotecas%20subprime.pdf"><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">http://www.cai.es/sestudios/pdf/estudios/21%20de%20octubre%20de%202007%20Hipotecas%20subprime.pdf</span></span></span></a><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"><o:p></o:p></span></span></p> <span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"><u1:p></u1:p> </span><p class="MsoNormal"><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"><u1:p></u1:p>Evolución tipos de interés en Estados Unidos y Europa, fuente</span></span></span><span class="apple-converted-space"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"> </span></span></span><span class="apple-style-span"><i><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">Cinco Días</span></span></i></span><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">, en</span></span></span><span style="color:black;"><a href="http://www.cincodias.com/grafico/economia/Tipos-interes/20081107cdscdseco_1/cdseco/"><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">http://www.cincodias.com/grafico/economia/Tipos-interes/20081107cdscdseco_1/cdseco/</span></span></span></a><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"><o:p></o:p></span></span></p> <span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"><u1:p></u1:p> </span><p class="MsoNormal"><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"><u1:p></u1:p>Hernández Andreu, J. (2008), ‘Enseñanzas de la historia ante la crisis financiera internacional’,</span><i><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">Tribuna Complutense</span></i><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">, 28 de octubre de 2008, nº 76, pág. 2, en</span></span></span><span style="color:black;"><a href="http://www.ucm.es/info/ucmp/cont/descargas/prensa/tribuna1670.pdf"><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">http://www.ucm.es/info/ucmp/cont/descargas/prensa/tribuna1670.pdf</span></span></span></a><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"><o:p></o:p></span></span></p> <span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"><u1:p></u1:p> </span><p class="MsoNormal"><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"><u1:p></u1:p>López-Morell, M. (2009), ‘Crisis o depresión: ¡Cuidado con los paralelismos históricos!’,</span></span></span><span class="apple-converted-space"><i><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"> </span></span></i></span><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">en</span></span></span><span style="color:black;"><a href="http://www.um.es/cef/joomla/index.php?option=com_content&task=view&id=611&Itemid=78"><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">http://www.um.es/cef/joomla/index.php?option=com_content&task=view&id=611&Itemid=78</span></span></span></a><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"><o:p></o:p></span></span></p> <span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"><u1:p></u1:p> </span><p class="MsoNormal"><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"><u1:p></u1:p>Molina Molina, E., ‘La crisis financiera actual en los estados unidos y su posible impacto en América latina’, en</span></span></span><span class="apple-converted-space"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"> </span></span></span><span style="color:black;"><a href="http://www.aealc.cu/art_molina.pdf"><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">http://www.aealc.cu/art_molina.pdf</span></span></span></a><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"><o:p></o:p></span></span></p> <span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"><u1:p></u1:p> </span><p class="MsoNormal"><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"><u1:p></u1:p>Pozzi, S. (2005), ‘</span><span style="letter-spacing:-.7pt"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">La Reserva Federal sube los tipos de interés en EE UU hasta el 3,25%’,</span></span></span></span><span class="apple-converted-space"><span style=" letter-spacing:-.7pt;font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"> </span></span></span><span class="apple-style-span"><i><span style=" letter-spacing:-.7pt;font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">El País</span></span></i></span><span class="apple-style-span"><span style=" letter-spacing:-.7pt;font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">, en</span></span></span><span style="color:black;"><a href="http://www.elpais.com/articulo/economia/Reserva/Federal/sube/tipos/interes/EE/UU/25/elpepieco/20050701elpepieco_3/Tes/"><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">http://www.elpais.com/articulo/economia/Reserva/Federal/sube/tipos/interes/EE/UU/25/elpepieco/20050701elpepieco_3/Tes/</span></span></span></a><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"><o:p></o:p></span></span></p> <span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"><u1:p></u1:p> </span><p class="MsoNormal"><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"><u1:p></u1:p>Valenzuela, C. (2008), ‘Expertos analizan las similitudes y diferencias con la crisis de 1929’,</span></span></span><span class="apple-converted-space"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"> </span></span></span><span class="apple-style-span"><i><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">La Tercera</span></span></i></span><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">, 17 de septiembre de 2008, pp. 28-29, en</span></span></span><span style="color:black;"><a href="http://www.dii.uchile.cl/_contenido/prensa/_contenido/31/17_LA_TERCERA_Expertos_analizan_las_similitudes_y_diferencias_con_la_crisis_de_1929.pdf"><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">http://www.dii.uchile.cl/_contenido/prensa/_contenido/31/17_LA_TERCERA_Expertos_analizan_las_similitudes_y_diferencias_con_la_crisis_de_1929.pdf</span></span></span></a><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"><o:p></o:p></span></span></p> <span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"><u1:p></u1:p> </span><p class="MsoNormal"><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"><u1:p></u1:p>Zamagni, V. (2001),</span></span></span><span class="apple-converted-space"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"> </span></span></span><span class="apple-style-span"><i><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">Historia económica de la Europa contemporánea</span></span></i></span><span class="apple-style-span"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">, Barcelona: Crítica, pp. 183-194.</span></span></span><span style="color:black;"><o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal"><o:p> </o:p></p>El blog de Historia Económicahttp://www.blogger.com/profile/08085315852169823198noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-3688903676160309894.post-11775670905091856722010-01-10T01:40:00.000-08:002010-02-01T10:38:12.397-08:00Los orígenes del crecimiento económico moderno, por Luis Enrique Clemente López<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://www.tate.org.uk/collection/N/N01/N01374_8.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 256px; height: 211px;" src="http://www.tate.org.uk/collection/N/N01/N01374_8.jpg" border="0" alt="" /></a><br /><div style="text-align: justify;"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">Inglaterra estaba embarazada. La gestación se prolongó demasiado en el tiempo, unos diez mil años, pero para el feto era vital una lenta y parsimoniosa transformación social, cultural, económica, religiosa, institucional, política... El alumbramiento también fue largo, debido a la necesidad de acabar definitivamente con la ya debilitada trampa maltusiana, pero estuvo facilitado por ciertos acontecimientos, como la Peste Negra, la Segunda Revolución Agrícola (siglo XVI) o la decisiva Revolución Industrial iniciada desde finales del siglo XVIII. El pequeño bebé nació sin nombre, pero hoy, dos siglos después, es conocido como Crecimiento Económico Moderno.</span></span></div><p class="MsoNormal" style="margin-bottom:0in;margin-bottom:.0001pt;text-align: justify;mso-line-height-alt:11.0pt"><span lang="ES"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">Dejemos de lado las comparaciones. Kuznets define el crecimiento económico moderno como “un incremento sostenido del producto per cápita, acompañado por un aumento de la población y de profundos cambios estructurales”. Para ello, fue necesario superar la trampa descrita por Malthus, donde cualquier avance tecnológico supone un aumento demográfico que conlleva a una disminución en la renta per cápita, un aumento de la mortalidad y, consecuentemente, una reversión al anterior equilibrio de nivel de subsistencia. Esta situación cíclica es explicada mediante la ley de rendimientos decrecientes, formulada por Ricardo, que se refiere a la cantidad cada vez menor de producto adicional obtenido cuando añadimos unidades adicionales de un factor de producción.</span></span></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom:0in;margin-bottom:.0001pt;text-align: justify;mso-line-height-alt:11.0pt"><span lang="ES"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">Por tanto, nos encontramos ante la necesidad teórica de una política apocalíptica para romper con la trampa maltusiana y aumentar los ingresos medios sociales. Sin embargo, el propio transcurso de la historia inglesa ejecutó ciertos frenos preventivos. La sociedad preindustrial inglesa era muy desigualitaria, pero gradualmente se produjo el acompasado surgimiento de una potente clase media. Estas personas disponían de un mayor acceso al conocimiento, y como argumenta Petty en defensa de Kuznets: “Es más fácil que un hombre de talento se halle entre 4 millones de personas que entre 400”. Así, el aumento demográfico propició una mayor innovación y un mayor crecimiento tecnológico que conllevaba a una mejor organización del sistema productivo, a la liberación de mano de obra para la industria, así como al inevitable comercio internacional de importación de alimentos y materias primas para cubrir la creciente demanda, y de exportación de manufacturas. Este mercado fue posible gracias a un conjunto de instituciones y estructuras sociales preexistentes, como defienden North y Thomas, condición clave que imposibilitó este desarrollo en otras economías mundiales, además de la seguridad de los derechos de propiedad. Por otra parte, cabe señalar diversos factores como la bajada de los tipos de interés, iniciada gradualmente en los tiempos del manor.</span></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom:0in;margin-bottom:.0001pt;text-align: justify;mso-line-height-alt:11.0pt"><span lang="ES"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">La Revolución Industrial constituye la solución a la trampa maltusiana. Por fin, la producción mantenía un crecimiento superior al desarrollo cuantitativo de la población, y la población inglesa dispuso de un mayor nivel adquisitivo gracias al aumento de los ingresos medios.</span></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom:0in;margin-bottom:.0001pt;text-align: justify;mso-line-height-alt:11.0pt"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">Imagen: Heads of six of Hogarth´s servants. William Hogarth (1697-1764). Tate Britain (www.tate.org.uk)</span></span></p>El blog de Historia Económicahttp://www.blogger.com/profile/08085315852169823198noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3688903676160309894.post-27490582846551833252009-04-20T09:03:00.000-07:002009-04-20T09:08:40.444-07:00El liderazgo en productividad de los EE.UU, por Samuel Cotarelo Estévez<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjkI6UCx4XZ71jACDzJSdklZYc7_4tQnv7n58HHOBTEnGTqPe0Dk5WYbjpk5LXCihiE5RV44qJ2XYnqyUdtDP9RDIiPtYPHYqNzOeEPT8TnW3pJS8D3bQ2gVbk5T-HuIReRYHYwD9hlAWk/s1600-h/united-states-flag-2.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 320px; height: 194px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjkI6UCx4XZ71jACDzJSdklZYc7_4tQnv7n58HHOBTEnGTqPe0Dk5WYbjpk5LXCihiE5RV44qJ2XYnqyUdtDP9RDIiPtYPHYqNzOeEPT8TnW3pJS8D3bQ2gVbk5T-HuIReRYHYwD9hlAWk/s320/united-states-flag-2.jpg" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5326805283634831650" /></a><p class="MsoNormal" style="text-align:justify;text-indent:0in"><span lang="ES-TRAD">La primera potencia económica mundial actualmente, EEUU, adquirió el liderazgo en productividad entre 1890 y 1913, con Reino Unido como predecesor y anteriormente Holanda. Este fenómeno se debió a los cambios que se produjeron en su economía a lo largo de todo el siglo XIX, y es lo a continuación procedemos a analizar</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify;text-indent:0in"><span lang="ES-TRAD">Una de las disyuntivas que separan las tesis de unos historiadores de las de otros son las<span style="mso-spacerun:yes"> </span>fechas en las que el verdadero crecimiento comenzó. Paul David, por ejemplo, afirma que el crecimiento comenzó<span style="mso-spacerun:yes"> </span>a principios del siglo XIX. Concretamente entre 1800 y 1820 se habría producido una mejora considerable en la productividad y en la renta per cápita. Por otro lado, Thomas Weiss postula que el verdadero crecimiento empezó a partir de la segunda década del XIX:<span style="mso-spacerun:yes"> </span>entre 1820 y 1840 tuvo lugar un fuerte crecimiento económico, mientras que de <st1:metricconverter productid="1800 a" st="on">1800 a</st1:metricconverter> 1820 apenas se puede destacar crecimiento alguno. Esta última teoría es la más aceptada por dos razones. La primera es por la calidad de la información a la que este último autor tuvo acceso, mientras que Paul David, al ser predecesor de Weiss, contó con una información menos fiable. La segunda razón es simple y llanamente por la cantidad de información disponible, siendo para Thomas Weiss mucho mayor al haber existido más tiempo<span style="mso-spacerun:yes"> </span>e investigaciones previas.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify;text-indent:0in"><span lang="ES-TRAD">En cuanto a las causas de este crecimiento, existen también varias tesis, aunque no necesariamente se contradicen entre sí. Algunas de ellas son las siguientes: las que insisten en la productividad de la mano de obra (Thomas Weiss), la introducción de instituciones públicas (Thomas Weiss, Schaefer y Rostow), descubrimientos técnicos y tecnológicos e incremento de la tasa de inversión interior (Thomas Weiss y Rostow), o la abundancia de recursos naturales (Wright).</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify;text-indent:0in"><span lang="ES-TRAD">El<span style="mso-spacerun:yes"> </span>aumento de la productividad en la mano de obra es crucial según Thomas, pues será el factor que permita aumentar el output per cápita. El incremento de la productividad fue posible por la introducción de tecnología en los procesos de producción no sólo en la industria sino también en la agricultura. La presencia de la tecnología fue decisiva a lo largo de todo el siglo XIX, con descubrimientos tales como la máquina de coser o el telégrafo. Este último dio asimismo un fuerte impulso a las comunicaciones y contribuyó a la unidad de mercado. <span style="mso-spacerun:yes"> </span>La inversión en tecnología acabó internalizándose en el seno de las grandes corporaciones norteamericanas desde las últimas décadas del XIX.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify;text-indent:0in"><span lang="ES-TRAD">En cuanto a las instituciones, y según Thomas Weiss y Schaefer, <span style="mso-spacerun:yes"> </span>se pueden distinguir una función básica, que es conferir estabilidad a la vez que continuidad a las relaciones de comercio (interno y externo) y mantener la existencia <span style="mso-spacerun:yes"> </span>por<span style="mso-spacerun:yes"> </span>otra parte dos tipos de “normas”, <span style="mso-spacerun:yes"> </span>las normas formales, que van desde las obligaciones contractuales entre los individuos hasta las leyes constitucionales, todas ellas siguiendo una clara <span style="mso-spacerun:yes"> </span>jerarquía. Por otra parte, existe una serie de normas informales, que no están redactadas como las leyes pero que se presuponen hasta tal punto de ser perfectamente conocidas por toda la población (hablo de rutinas, costumbres, tradiciones), y que también muy importantes para el desarrollo de un país. </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify;text-indent:0in"><span lang="ES-TRAD">En conclusión, todos estos factores se encuentran fuertemente interconectados. Pero podríamos afirmar que para que el intenso desarrollo de la economía norteamericana durante la segunda mitad del siglo XIX fuese posible lo más importante fue la presencia de unas buenas y sólidas instituciones que confirieron estabilidad política y social, y a la vez canalizaron fuertes inversiones en I+D en campos <span style="mso-spacerun:yes"> </span>prácticos y útiles para la industria que crecía en ese momento.<span style="mso-spacerun:yes"> </span>Esto a su vez aumentó <span style="mso-spacerun:yes"> </span>la productividad de la mano de obra, al mismo tiempo que se incrementaba la inversión en capital humano, para aumentar la mano de obra no sólo cuantitativamente sino también cualitativamente, lo cual permitió disparar la productividad durante ese periodo. </span><span style="mso-ansi-language:EN-US">Citando una frase de Rostow, <i style="mso-bidi-font-style:normal">“For an economic growth it’s necessary an increase in the investment share of national input, an emergence of a leading sector and the development of political and social institutions”.</i><o:p></o:p></span></p>El blog de Historia Económicahttp://www.blogger.com/profile/08085315852169823198noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3688903676160309894.post-30106049455827658712009-04-20T08:35:00.000-07:002009-04-21T01:02:33.440-07:00Derecho de propiedad y desarrollo, por Dani Eugen Caprarin<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiBUrnAb9c7uvp9DjI2V-jyxGlkCrxY9bQIVT_dr6CULd3UwR0YuGexlbM6KN3VG_DO65NwiDyolF3oiAOv5eyhYxG5Rzp707YTSqJTExmywpwBIufwezgR1JFUCK7eMqmfmsOcgJw6wKg/s1600-h/vacuna4.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 320px; height: 320px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiBUrnAb9c7uvp9DjI2V-jyxGlkCrxY9bQIVT_dr6CULd3UwR0YuGexlbM6KN3VG_DO65NwiDyolF3oiAOv5eyhYxG5Rzp707YTSqJTExmywpwBIufwezgR1JFUCK7eMqmfmsOcgJw6wKg/s320/vacuna4.jpg" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5326798114834985458" /></a><p class="MsoNormal" style="text-align:justify;mso-pagination:none;mso-layout-grid-align: none;text-autospace:none"><span lang="ES">La propiedad intelectual es clave en el crecimiento, ya que su protección y defensa está muy vinculada al ritmo al que se producen las innovaciones. En el ámbito de la cultura, y en el caso español, la lucha contra la piratería y el intento de defender los derechos de propiedad ha resultado perjudicial para los consumidores que compran grabadoras, escáneres, discos duros portables y, especialmente, discos vírgenes, porque ahora tienen que pagar el que se conoce como canon digital.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify;mso-pagination:none;mso-layout-grid-align: none;text-autospace:none"><span lang="ES"><o:p> El canon digital lo pagamos por si el material que estamos comprando lo dedicaremos a actividades fraudulentas, en este caso hacer copias ilegales de productos que tienen reservados los derechos de autor. Es decir, se acusa al consumidor de ser delincuentes antes de serlo, o mejor dicho, sin que se tenga ninguna prueba. ¿Y la presunción de inocencia? El artículo 24 de la Constitución Española, en su párrafo 2º, dice lo siguiente: "Asimismo, todos tienen derecho al Juez ordinario predeterminado por la ley (...), a utilizar los medios de prueba pertinentes para su defensa, a no declarar contra sí mismos, a no confesarse culpables y a la presunción de inocencia”. Sin embargo, en vez de presuntos inocentes, el gobierno nos considera, presuntos culpables. Análogamente, podríamos pensar, tal como dice Pedro Antonio Honrubia Hurtado, en un artículo de <span style="mso-spacerun:yes"> </span>enero de 2009, que una persona que compra un arma legalmente debería pasar unos años en la cárcel, por si el uso que le dará al arma no es del todo legal. Desde luego, el cobro del canon no es la mejor opción para la protección de la propiedad intelectual, y el gobierno, junto con los miembros de la SGAE, deberían buscar mejores soluciones. Sobre todo más justas. Por ejemplo, perseguir a aquellas personas que acceden a las páginas de internet de descargas ilegales.</o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify;mso-pagination:none;mso-layout-grid-align: none;text-autospace:none"><span lang="ES"><o:p> Tenemos que proteger la propiedad intelectual porque, como bien dice el historiador de la economía Douglass North, uno de los principales factores que explican el inicio de la revolución industrial en Inglaterra fue la creación de las instituciones que iban a permitir garantizar los derechos de propiedad intelectual. Antes de que se garantizaran esos derechos, las personas no tenían suficientes incentivos para innovar, por lo que las innovaciones eran escasas. Esto resulta lógico: si una persona no tiene la seguridad de que podrá recuperar por lo menos lo que haya invertido, y además, algunos beneficios, simplemente no invertirá. Aquí chocamos con el problema del free-rider: todas las empresas esperarían a que otras empresas inventaran nuevos artilugios, y cuando eso ocurriese, simplemente copiarían el invento y obtendrían beneficios sin asumir riesgo alguno ni gastar dinero en la investigación. Sin embargo, si todos esperamos que otros investiguen, es muy probable que muy pocos lo hagan y, de esta manera todos saldremos perjudicados. La solución que se ha dado ha sido la concesión de patentes que garantizan al inventor la posibilidad de ganar dinero. Pero al mismo tiempo, el inventor se convierte en monopolista. De esta manera las empresas se ven incentivadas a invertir en investigación, y la economía empieza a crecer.</o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align:justify;mso-pagination:none;mso-layout-grid-align: none;text-autospace:none">Sin embargo, como las empresas se convierten en monopolios, al no tener competencia, las leyes de mercado no pueden actuar y el precio es impuesto por el monopolista, y suele ser un precio bastante alto. Esto se puede convertir en un problema. Veamos un ejemplo. Los recursos que se dedican a desarrollar curas para las enfermedades tropicales son bastantes escasos: entre 1975 y 1997 se patentaron en el mundo 1233 productos farmacéuticos, de los cuales solamente 13 fueron para enfermedades tropicales. Ello a pesar de que la muerte de millones de personas anualmente debido a este tipo de dolencia. ¿Por qué no se invierte más para ayudar a esta población? La respuesta es sencilla: porque no lo pueden pagar. Nos guste o no, la economía no produce aquello que necesitamos, sino aquello que podemos pagar. Sin un laboratorio encontrara la cura de la malaria, recibiría tantas presiones por parte de las organizaciones humanitarias, que acabaría cediendo la patente, y probablemente, se vería en apuros económicos por no poder recuperar la inversión. De esta manera, no se investiga sobre curas para la malaria, pero sí para otros medicamentos, como por ejemplo la Viagra, que no salva vidas pero los que la demandan sí que la pueden pagar. Una posible solución sería la que ha propuesto Michael Kremer, profesor de la Universidad de Harvard, y que consiste en que los gobiernos de los países ricos se comprometieran a comprar vacunas (a precios de mercado) a los laboratorios, y donárselas a los países pobres. <br /></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify;mso-pagination:none;mso-layout-grid-align: none;text-autospace:none"><span lang="ES">En definitiva, es necesaria la protección de los derechos de propiedad para que exista desarrollo económico y progreso de la sociedad, pero también es preciso que dicha protección sea lo más justa posible.</span></p>El blog de Historia Económicahttp://www.blogger.com/profile/08085315852169823198noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3688903676160309894.post-87386458968681873242009-04-20T06:52:00.000-07:002009-04-20T08:15:33.555-07:00Luces y sombras de la legislación sobre propiedad intelectual, por María Luisa Duque García<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjOLP-SF08KopXjejOlm2ZE2W-w9VAIoL_KX31hWs35K4_SeSacHJm-rwsT1dEwjRlH7lnRpr7sfWz11hyphenhyphenI43KThqLeN3qPa7cfcOks4q2TfXoBgBx7ybfejWUdYK2mIzordnWIB4d81Zw/s1600-h/PropiedadIntelectual.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 234px; height: 234px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjOLP-SF08KopXjejOlm2ZE2W-w9VAIoL_KX31hWs35K4_SeSacHJm-rwsT1dEwjRlH7lnRpr7sfWz11hyphenhyphenI43KThqLeN3qPa7cfcOks4q2TfXoBgBx7ybfejWUdYK2mIzordnWIB4d81Zw/s320/PropiedadIntelectual.jpg" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5326771847907502594" /></a><p class="MsoNormal" style="margin-bottom:0in;margin-bottom:.0001pt;text-align: justify;line-height:normal"><span class="Apple-style-span" style=" ;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">Basándonos en las ideas aportadas por North y Thomas, el derecho de propiedad intelectual se implanta en nuestra sociedad como bien público sufragado por los ciudadanos y administrado por el gobierno, quien se encarga de establecerlo a escala general. Es de vital importancia que esté bien definido, y que el gobierno despliegue toda su capacidad para hacerlo respetar y cumplir, ya que es una de las principales fuentes de crecimiento económico. En la actualidad, un ejemplo de las dificultades de su aplicación es la ley 23/ 2006 de 7 de julio, en la cual se establece el régimen jurídico de los Derechos de Propiedad Intelectual en España. La mencionada ley trata de otorgar un reconocimiento en favor de los autores y artistas mediante derechos de remuneración por la puesta al público de sus obras. Para esto, establece la obligación de un pago de compensación equitativa por copia privada, el llamado “canon”, recaudado por las entidades de gestión para compensar el “lucro cesante” que implica dicha copia. Y es aquí donde comienza el conflicto entre los partidarios de esta ley </span><span style="mso-spacerun:yes"><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;"> </span></span><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">(asociaciones de los titulares de los derechos como SGAE, AIE, AISGE, EGEDA, DAMA, CEDRO) y los detractores (básicamente consumidores, sus asociaciones y ciertas agrupaciones políticas o sociales) que opinan que se nos cobra por un derecho fundamental, el del acceso y adquisición de una obra artística y cultural, y que la legislación otorga privilegios a ciertos grupos privados.</span></span><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;"><br /></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom:0in;margin-bottom:.0001pt;text-align: justify;line-height:normal"><span lang="ES" style="Times New Roman","serif""><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">Por ejemplo, Jorge Cortell, de la Universidad Politécnica de Valencia, destaca los graves defectos que presenta la ley de 2006, señalando que existen multitud de modelos de negocio que se ven potenciados con una distribución libre y gratuita a través de conciertos, el merchandising o las retransmisiones. Señala asimismo que la creación no requiere de grandes inversiones, ya que grandes creaciones históricas se han llevado a cabo con equipos caseros. Además, el canon sobre la copia privada ocasiona la injusticia de considerar a toda copia generadora de beneficio económico o lucro, además de establecerse de manera indiscriminada sobre todos los soportes, sean utilizados o no para realizar copias de productos sujetos a derechos de propiedad intelectual. La Ley –señala– no es fruto voluntad popular sino de la presión de determinados grupos de interés.</span><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;"><o:p></o:p></span></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom:0in;margin-bottom:.0001pt;text-align: justify;line-height:normal"><span lang="ES" style="Times New Roman","serif""><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">Se pueden estudiar alternativas que velen por los derechos de propiedad intelectual, y que lo hagan de manera más justa. Algunas de ellas podrían ser el “Copyleft”, que “comprende a un grupo de </span></span><span lang="ES"><a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Derechos_de_autor" title="Derechos de autor"><span style="Times New Roman","serif"; color:windowtext;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">derechos de autor</span></span></a></span><span lang="ES" style="Times New Roman","serif""><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;"> caracterizados por eliminar las restricciones de distribución o modificación impuestas por el </span></span><span lang="ES"><a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Copyright" title="Copyright"><span style="Times New Roman","serif";color:windowtext;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">copyright</span></span></a></span><span lang="ES" style="Times New Roman","serif""><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">, con la condición de que el trabajo derivado se mantenga con el mismo régimen de derechos de autor que el original”; fomentar el uso de Linux como un software libre y más barato; o el “Creative Commons”, que “permite crear licencias propias eligiendo alternativas entre los parámetros más importantes (derecho de libre distribución y reproducción, obligatoriedad de identificar autor, prohibición de uso con ánimo de lucro…)”.</span><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;"><o:p></o:p></span></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom:0in;margin-bottom:.0001pt;text-align: justify;line-height:normal"><span lang="ES" style="Times New Roman","serif""><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">En definitiva, existen alternativas a la ley que merecerían ser implementadas para un acceso restringido a la cultura en aras del beneficio económico de determinados grupos de presión. El filósofo Xavir Zubiri, que acuñó el concepto de “suidad”, ya expuso que “las obras intelectuales no deberían pertenecer a nadie, sino beneficiar a todos”.</span></span></p>El blog de Historia Económicahttp://www.blogger.com/profile/08085315852169823198noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3688903676160309894.post-91748229859216534282009-03-31T06:44:00.000-07:002009-03-31T06:46:03.466-07:00Dos transiciones demográficas, por Raquel Clemente Rodríguez y Laura Cruz Iglesias<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi7s9x-pYx2I6u4_Hlx-WaqdY_WxAGwxct8z0_SGL_Kdh5XR7Gz77_N95jIzLsLZ_MQ8SKunWgGtTLvFU-RHJ8EFKvMuBkok-X7t3550_baXEWFBw87ycr0NdHbjeKDBjZLsKOchwQ8DfY/s1600-h/81103211334883.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 320px; height: 198px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi7s9x-pYx2I6u4_Hlx-WaqdY_WxAGwxct8z0_SGL_Kdh5XR7Gz77_N95jIzLsLZ_MQ8SKunWgGtTLvFU-RHJ8EFKvMuBkok-X7t3550_baXEWFBw87ycr0NdHbjeKDBjZLsKOchwQ8DfY/s320/81103211334883.jpg" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5319347385082785922" /></a><p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span lang="ES">Podemos definir transición demográfica como el proceso de transformación de la estructura poblacional caracterizado, en líneas muy generales, por un descenso gradual de las tasas de natalidad<span style="mso-spacerun:yes"> </span>y mortalidad. Distinguimos entre dos etapas de la historia donde se ha llevado a cabo este proceso, la acontecida durante el siglo XIX en los actuales países avanzados y la iniciada en el siglo XX en los países en vías de desarrollo. Es destacable la divergencia entre los distintos autores que hacen referencia a esta teoría, sobre todo a la hora de especificar los factores que intervienen en su desarrollo, debido a la multitud de casos que se han dado a lo largo de la historia en las diferentes regiones del planeta.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify;text-indent:35.4pt"><span lang="ES">Centrando la atención en la llamada transición demográfica “clásica”, podemos destacar que se trató de un proceso lento y gradual. En la fase inicial las tasas de mortalidad eran extremadamente elevadas y sólo podían compensarse con tasas de natalidad igualmente altas. La estabilización de estas tasas comenzó con la disminución de la mortalidad, motivada por mejoras en las condiciones sanitarias, higiénicas, menores crisis epidémicas, extinción de la peste, desarrollo científico…destacando una mejora indiscutible de la dieta gracias a <st1:personname productid="la Revolucin Agr■cola" st="on"><st1:personname productid="la Revolucin" st="on">la Revolución</st1:personname> Agrícola</st1:personname> (nuevas de sistemas de cultivo, mayor productividad…) y a la llegada de productos alimenticios procedentes de América. Como consecuencia de ello, se produjo un aumento de la presión sobre los recursos que puso en marcha los frenos preventivos mencionados por Malthus, destacando entre ellos “el modelo europeo de matrimonio tardío” que buscaba el control de la fecundidad. También debemos añadir como causas de este control el aumento coste de crianza de los hijos consecuencia de la aparición de una mentalidad moderna basada en la búsqueda del bienestar individual, la mayor alfabetización, la menor influencia de la Iglesia y la emancipación de la mujer. Por último, es preciso señalar que existe una correlación entre crecimiento económico estable y duradero (en este caso consecuencia de <st1:personname productid="la Revolucin Industrial" st="on"><st1:personname productid="la Revolucin" st="on">la Revolución</st1:personname> Industrial</st1:personname>) y tasas de natalidad equilibradas.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span lang="ES"><span style="mso-tab-count:1"> </span>En contraposición a la etapa anterior, el ciclo demográfico de los países pobres se caracteriza por ser más rápido y dinámico, ya que los conocimientos adquiridos en los países ricos se han transferido masivamente al mundo pobre provocando una drástica disminución de la mortalidad.<span style="mso-bidi-font-weight:bold"> Sin embargo, es destacable la elevada tasa de mortalidad infantil que impera en estos países, cuyas causas primordiales podrían encontrarse en la falta de recursos materiales, conocimientos médicos y desarrollo.<span style="mso-spacerun:yes"> </span>Además, se han producido reducciones en la natalidad mucho menores que en los países ricos, al no existir un control voluntario de los nacimientos. Para terminar, cabe mencionar la diversidad de las condiciones ambientales, estructura y cultura de las distintas sociedades pobres lo que conlleva a que estas posean tasas demográficas muy dispares.<o:p></o:p></span></span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span lang="ES" style="mso-bidi-font-weight: bold"><span style="mso-tab-count:1"> </span>En definitiva, la principal diferencia es el ritmo acelerado de la segunda etapa, aunque podemos pensar que la base teórica no se corresponde con la experiencia empírica ya que continuamente aparecen datos de la elevada mortalidad cuando según la teoría ésta debería ser menor. Encontrando la causa de ello en que la transmisión de los avances modernos no es plena debido a la mala estructura institucional y política de la mayoría de estos países.</span></p>El blog de Historia Económicahttp://www.blogger.com/profile/08085315852169823198noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3688903676160309894.post-31560875257409882172009-03-30T07:02:00.001-07:002009-03-30T07:08:33.491-07:00Las fuentes del crecimiento económico norteamericano, por Pablo César Olmo Navarro<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgkcdotKUR617mPt1Ryk5DUVWDUheHhco7_9f6ipOnB7q7keOYGyH3xE3anc2MoTPENTLSKqYhXa4izzIsfhbmUlMo4rpTVXj3Gx5VAUioXiGs2NpeEqNLxjsfKk0pYG04kjId20P3xYac/s1600-h/ellisisland2.jpeg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 320px; height: 226px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgkcdotKUR617mPt1Ryk5DUVWDUheHhco7_9f6ipOnB7q7keOYGyH3xE3anc2MoTPENTLSKqYhXa4izzIsfhbmUlMo4rpTVXj3Gx5VAUioXiGs2NpeEqNLxjsfKk0pYG04kjId20P3xYac/s320/ellisisland2.jpeg" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5318981336464031218" /></a><p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span class="apple-style-span"><span lang="ES" style="mso-bidi-font-weight:bold;color:black;">El crecimiento económico estadounidense en la segunda mitad del siglo XIX fue espectacular si lo comparamos con otros países. En este periodo, concretamente desde la última década de ese siglo, Estados Unidos superó a Reino Unido como primera potencia económica mundial. A continuación voy a repasar cuáles fueron las principales fuentes del crecimiento económico que experimentó Estados Unidos.<o:p></o:p></span></span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify;text-indent:27.0pt"><span class="apple-style-span"><span lang="ES" style="mso-bidi-font-weight: bold;color:black;">En primer lugar, uno de los principales factores a tener en cuenta es la abundancia de tierra y la riqueza en recursos naturales del territorio estadounidense. Ello significó una mejor dotación de recursos y conllevó una ventaja competitiva en agricultura y minería. Estados Unidos gozó de una superioridad clara frente a otros países competidores en estos sectores. Además, la utilización de maquinaria mejoró los rendimientos en la agricultura. </span></span><span lang="ES">Las <span class="apple-style-span"><span style="mso-bidi-font-weight: bold;color:black;">enormes dimensiones del territorio se pueden considerar, por tanto, una primordial fuente de crecimiento económico. Estados Unidos tenía además gran variedad de climas y recursos, lo que facilitó la especialización regional. Al mismo tiempo, ello posibilitó la formación de un gran mercado interno. <o:p></o:p></span></span></span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify;text-indent:27.0pt"><span class="apple-style-span"><span lang="ES" style="mso-bidi-font-weight: bold;color:black;">La abundancia de recursos naturales pudo ser aprovechada gracias al desarrollo de los transportes. La construcción de canales y caminos de peaje, además de la mejoras en el transporte con la aparición del ferrocarril, facilitaron el acceso a recursos naturales y la formación de un mercado interno de gran escala. Esto supuso una importante disminución en costes y un incremento en la productividad.<o:p></o:p></span></span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify;text-indent:27.0pt"><span class="apple-style-span"><span lang="ES" style="mso-bidi-font-weight: bold;color:black;">Por otra parte, otra de las causas a tener en cuenta es el aumento de la inversión interna. Estados Unidos destacó por su esfuerzo inversor, lo que permitió un incremento de la productividad per cápita. Al esfuerzo inversor de capital se unió el esfuerzo en la inversión en capital humano, con el apoyo del gobierno federal y la institucionalización de la investigación y la formación en el seno de las grandes empresas: investigación de mercados, avances en técnicas de venta, publicidad, desarrollo de tecnología…<o:p></o:p></span></span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify;text-indent:27.0pt"><span class="apple-style-span"><span lang="ES" style="mso-bidi-font-weight: bold;color:black;">Por último, Estados Unidos durante el siglo XIX experimentó un fuerte crecimiento demográfico. El alto crecimiento natural y el aumento de la inmigración procedente de Europa fueron las causas del incremento poblacional estadounidense hasta llegar a convertirse en la mayor del mundo. Destacar que el crecimiento demográfico no implica siempre un aumento en la riqueza de un país, pero en los Estados Unidos la unión de factor tierra y recursos abundantes, tecnología e inmigración produjo un resultado de fuerte crecimiento económico.</span></span></p>El blog de Historia Económicahttp://www.blogger.com/profile/08085315852169823198noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3688903676160309894.post-1559529343850204902009-03-30T06:41:00.000-07:002009-03-30T06:47:23.571-07:00El crecimiento de los Estados Unidos, por David J. Andrés Cerezo<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgaTNvvTmurs5waAM840Jq7b9GvSOfl6gg-U6uq3AAD2WoVgIl8pNxaR-ubSs7Hb7JusY50H6DQmj0iWzYlpCrehsaRMjk8oQSnakFiEFn_sM8k8QNFlCEYoWMkxLOvpGlyXCGn-BsjZkQ/s1600-h/union+ffccc.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 320px; height: 218px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgaTNvvTmurs5waAM840Jq7b9GvSOfl6gg-U6uq3AAD2WoVgIl8pNxaR-ubSs7Hb7JusY50H6DQmj0iWzYlpCrehsaRMjk8oQSnakFiEFn_sM8k8QNFlCEYoWMkxLOvpGlyXCGn-BsjZkQ/s320/union+ffccc.jpg" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5318975495601098098" /></a><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span lang="ES">En la segunda mitad del siglo XIX <span style="mso-spacerun:yes"> </span>Estados Unidos tomó el relevo de Inglaterra como país líder en productividad. En este breve ensayo nos planteamos cuáles pudieron ser las principales fuentes del crecimiento económico norteamericano, que podrían explicar su mayor éxito relativo.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span lang="ES">Un factor a tener en cuenta es el crecimiento de la población por la aportación realizada por la inmigración. La escasez de mano de obra en relación a los recursos naturales dio lugar a salarios altos que motivaron la llegada de inmigrantes procedentes de Europa, atraídos en parte por ese diferencial salarial. Asimismo, la tasa de crecimiento natural fue muy elevada. De los 23.2 millones de habitantes que había en 1850, los Estados Unidos<span style="mso-spacerun:yes"> </span>alcanzaron los 76 millones en apenas 50 años. Este desarrollo demográfico impulsó la formación de un importante mercado interno, posible gracias también a una adecuada red de transporte.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span lang="ES">La amplia extensión territorial fue otro de los factores determinantes del liderazgo estadounidense. <span style="mso-spacerun:yes"> </span>La gran cantidad y variedad de recursos naturales tuvo como consecuencia un alto grado de especialización regional. Además, esta abundancia de recursos impulsó la introducción de maquinaria para suplir de alguna manera la escasez de mano de obra. <span style="mso-spacerun:yes"> </span></span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span lang="ES">La relativa estabilidad política de los Estados Unidos es un factor a tener también en cuenta. Asimismo, el gobierno federal promovió la unidad de mercado y una elevada libertad económica. Ello incentivó la innovación empresarial, con la creación de grandes sociedades anónimas. La elevada protección de los derechos de propiedad y una mentalidad liberal libre de tradiciones del pasado impulsaron asimismo este proceso de crecimiento.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span lang="ES">En definitiva,<span style="mso-spacerun:yes"> </span>las condiciones naturales del país (abundancia de recursos minerales, gran disponibilidad de tierra) y la unión de una mentalidad competitiva e instituciones que garantizaban una recompensa al esfuerzo invertido sentaron las bases del liderazgo norteamericano desde las últimas décadas del siglo XIX.</span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">Imagen: </span><span class="Apple-style-span" style="line-height: 15px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">Ceremonia de clavado del "Remache de Oro" en Promontory (Utah), 10 de mayo de 1869, para celebrar el encuentro de la línea transcontinental tendida por Central Pacific y Union Pacific</span></span></p>El blog de Historia Económicahttp://www.blogger.com/profile/08085315852169823198noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-3688903676160309894.post-88392698751407314112009-03-30T05:32:00.000-07:002009-03-30T05:39:14.881-07:00La propiedad intelectual y el canon digital, por Ignacio Alonso<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiEU5yU46-GvErJUzG3NgzIimx4lBWpvnaScwGGNUzCPeTkUUn4KaGRXuSLOFsQSpicdFMK6f1zrwbydzykTn8ZvldB9gcX9NT3I3LH5u60oKc_pP6ei_Eog_My95gkF9KvH2VSMLIr1CU/s1600-h/ares.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 320px; height: 242px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiEU5yU46-GvErJUzG3NgzIimx4lBWpvnaScwGGNUzCPeTkUUn4KaGRXuSLOFsQSpicdFMK6f1zrwbydzykTn8ZvldB9gcX9NT3I3LH5u60oKc_pP6ei_Eog_My95gkF9KvH2VSMLIr1CU/s320/ares.jpg" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5318958955817110818" /></a><p class="MsoNormal" style="text-align:justify;text-justify:inter-ideograph"><span lang="ES-TRAD" style="mso-ansi-language:ES-TRAD;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;">La propiedad intelectual se podría definir como el conjunto de derechos que corresponden a los autores y a otros titulares, respecto de las obras que han creado. La normativa legal vigente en España corresponde a la Ley 23/2006, y que supone una actualización de la anterior norma. Dentro de la propiedad intelectual encontramos dos ramas: la propiedad industrial, referente a creaciones industriales o patentes; y los derechos de autor, que corresponden con los autores u otros titulares de obras culturales, literarias, musicales o radiofónicas. </span><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;"><o:p></o:p></span></span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify;text-justify:inter-ideograph"><span lang="ES-TRAD" style="mso-ansi-language:ES-TRAD;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;">Los derechos de autor están en peligro desde los últimos años debido al cambio de formato de las</span><span style="mso-spacerun:yes"><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;"> </span></span><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;">obras, que han pasado de un formato analógico a uno digital, lo que proporciona una mayor facilidad de copia de obras ilegales. Por ello la Ley 23/2006 introduce el denominado “canon digital”, que consiste en la imposición de un canon sobre todos aquellos productos capaces de realizar o bien copias digitales, o bien ser soporte de ellas. Las sumas recogidas por el canon son repartidas entre los miembros que tienen obras registradas en la Sociedad General de Autores Españoles (SGAE).</span><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;"><o:p></o:p></span></span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify;text-justify:inter-ideograph"><span lang="ES-TRAD" style="mso-ansi-language:ES-TRAD;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;">A pesar de ser de la satisfacción que la norma entre los miembros pertenecientes a la SGAE, esta nueva legislación ha sido criticada por haber provocado un aumento del </span><span style="mso-spacerun:yes"><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;"> </span></span><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;">precio medio de productos como móviles, ordenadores, impresoras, reproductores de música o agendas electrónicas. Hay que admitir que el nivel de copias ilegales se ha incrementado de manera notable en los últimos años, pero es necesario señalar que estos productos muchas veces se convierten en herramientas básicas de muchos trabajos. Las oficinas que precisen de equipos informáticos para el almacenamiento de información interna de sus propias empresas deberán pagar el canon digital; una persona que quiera grabar fotografías propias en un CD deberá pagar el canon digital; una empresa que proporcione teléfonos a sus empleados para el desarrollo de la actividad laboral deberá pagar el canon digital. Además, el canon no libra a nadie, ni siquiera a la administración pública.</span><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;"><o:p></o:p></span></span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify;text-justify:inter-ideograph"><span lang="ES" style="mso-ansi-language:ES;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;">Por otro lado la Ley 23/2006 no modifica aspectos relacionados con la propiedad industrial. Las empresas con patentes concedidas sobre productos creados por ellos, ven en muchas ocasiones cómo otras empresas toman la idea general de sus productos y modifican las características necesarias para que no pueda considerarse una copia, eliminando así los derechos de explotación exclusiva de la empresa. Este problema, el de la copia, puede afectar negativamente, como señalan North y Thomas, en la iniciativa para el desarrollo de nuevas tecnologías, que suponen un pilar fundamental en el crecimiento económico. </span><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;"><o:p></o:p></span></span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify;text-justify:inter-ideograph"><span lang="ES" style="mso-ansi-language:ES;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;">En resumen, la nueva legislación ha intentado compensar con el canon digital las pérdidas que los propietarios de los derechos están soportando por el desarrollo de la nueva tecnología, aunque probablemente esta medida no sea la más adecuada por su falta de discriminación.</span><o:p></o:p></span></p>El blog de Historia Económicahttp://www.blogger.com/profile/08085315852169823198noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3688903676160309894.post-63475577731202687192009-03-19T11:53:00.001-07:002009-03-19T11:57:58.647-07:00Scenes from the recession<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://cache.boston.com/universal/site_graphics/blogs/bigpicture/recess_03_18/r07_17759161.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 400px; height: 267px;" src="http://cache.boston.com/universal/site_graphics/blogs/bigpicture/recess_03_18/r07_17759161.jpg" border="0" alt="" /></a><div>Imágenes de la crisis económica global. En The Boston Globe:</div><div><a href="http://www.boston.com/bigpicture/2009/03/scenes_from_the_recession.html">http://www.boston.com/bigpicture/2009/03/scenes_from_the_recession.html</a></div>El blog de Historia Económicahttp://www.blogger.com/profile/08085315852169823198noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3688903676160309894.post-46734281317230839632009-03-16T01:53:00.000-07:002009-03-16T02:33:26.497-07:00Los comunes en el espacio<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjGUEjlhCyinjOSHtcEKxtzowEosaxROF47xxor32gPBvX0g0swCJhgguP7q1yqDvfFH-FT8SeiYGQOuX_3SAsSkmfwzl0vV2-izaCQQiC7h7nfh9sXdn-Wc_v1RgFL5UjVnwSXU0tK57I/s1600-h/espacio.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 262px; height: 320px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjGUEjlhCyinjOSHtcEKxtzowEosaxROF47xxor32gPBvX0g0swCJhgguP7q1yqDvfFH-FT8SeiYGQOuX_3SAsSkmfwzl0vV2-izaCQQiC7h7nfh9sXdn-Wc_v1RgFL5UjVnwSXU0tK57I/s320/espacio.jpg" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5313706934805934994" /></a><br /><span class="Apple-style-span" style=" ;font-family:Verdana;"><p class="fly-title" style="margin-top: 0pt; margin-right: 0pt; margin-left: 0pt; padding-top: 0pt; padding-right: 0pt; padding-bottom: 0pt; padding-left: 0pt; margin-bottom: 0.2em; color: rgb(255, 15, 0); font-weight: bold; font-size:0.8em;"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;"></span></p><blockquote><p class="fly-title" style="margin-top: 0pt; margin-right: 0pt; margin-left: 0pt; padding-top: 0pt; padding-right: 0pt; padding-bottom: 0pt; padding-left: 0pt; margin-bottom: 0.2em; color: rgb(255, 15, 0); font-weight: bold; font-size:0.8em;"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;">Debris in space</span></p><p style="margin-top: 0pt; margin-right: 0pt; margin-left: 0pt; padding-top: 0pt; padding-right: 0pt; padding-bottom: 0pt; padding-left: 0pt; margin-bottom: 1em; font-size:0.8em;"><span class="Apple-style-span" style=" font-weight: bold; font-size:22px;"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;">Flying blind</span></span></p><p style="margin-top: 0pt; margin-right: 0pt; margin-left: 0pt; padding-top: 0pt; padding-right: 0pt; padding-bottom: 0pt; padding-left: 0pt; margin-bottom: 1em; font-size:0.8em;"><span class="Apple-style-span" style=" font-weight: bold; font-size:13px;"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;">The tragedy of the commons meets the final frontier</span></span></p><p style="margin-top: 0pt; margin-right: 0pt; margin-left: 0pt; padding-top: 0pt; padding-right: 0pt; padding-bottom: 0pt; padding-left: 0pt; margin-bottom: 1em; font-size:0.8em;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;">THE Earth’s orbit is getting crowded. The past few years have witnessed huge growth in the number of satellites. Unfortunately, wherever civilisation ventures it leaves a trail of rubbish. Of the 18,000 tracked objects travelling around the Earth that are larger than 10cm (4 inches), only about 900 are active satellites. The rest is debris—everything from fragments of paint to entire dead satellites and bits of old rockets. Smashed bits of space equipment orbit along with items dropped by astronauts, including tools and the odd glove.</span></span></p><p style="margin-top: 0pt; margin-right: 0pt; margin-left: 0pt; padding-top: 0pt; padding-right: 0pt; padding-bottom: 0pt; padding-left: 0pt; margin-bottom: 1em; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;">That is quite enough trash, without needlessly creating vastly more of the stuff by smashing up satellites. Yet the destruction of the Chinese </span></span><em style="margin-top: 0pt; margin-right: 0pt; margin-bottom: 0pt; margin-left: 0pt; padding-top: 0pt; padding-right: 0pt; padding-bottom: 0pt; padding-left: 0pt; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;">Fengyun</span></span></em><em style="margin-top: 0pt; margin-right: 0pt; margin-bottom: 0pt; margin-left: 0pt; padding-top: 0pt; padding-right: 0pt; padding-bottom: 0pt; padding-left: 0pt; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;">-1</span></span></em><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;">C in an anti-satellite missile test in 2007 accounts for more than a quarter of all catalogued objects in low-Earth orbit. And the collision of an American commercial satellite and a defunct Russian military one has just added thousands more pieces of debris. For the sake of the whole planet, the space industry needs to clean up its act.</span></span></p><p style="margin-top: 0pt; margin-right: 0pt; margin-left: 0pt; padding-top: 0pt; padding-right: 0pt; padding-bottom: 0pt; padding-left: 0pt; margin-bottom: 1em; "><span class="Apple-style-span" style=" "><h2 style="margin-top: 0pt; margin-right: 0pt; margin-bottom: 0pt; margin-left: 0pt; padding-top: 0pt; padding-right: 0pt; padding-bottom: 0pt; padding-left: 0pt; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;">In space no one can hear you clean</span></span></h2></span></p><p style="margin-top: 0pt; margin-right: 0pt; margin-left: 0pt; padding-top: 0pt; padding-right: 0pt; padding-bottom: 0pt; padding-left: 0pt; margin-bottom: 1em; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;">Space junk is dangerous. Anything larger than a fleck of paint poses a hazard to the useful working satellites that surround the Earth, and on which the world increasingly depends for communications, broadcasting and surveillance. Space waste is not biodegradable. You cannot sweep it up. Instead, it will stay in orbit for decades, or even centuries, before it eventually falls to earth and burns up.</span></span></p><p style="margin-top: 0pt; margin-right: 0pt; margin-left: 0pt; padding-top: 0pt; padding-right: 0pt; padding-bottom: 0pt; padding-left: 0pt; margin-bottom: 1em; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;">As the pile of rubbish grows, so does the risk of collisions. In the 1970s one NASA scientist pointed out that debris from one collision could go on to create a second, which would create still more debris and more collisions, and so on. Eventually, an entire orbit would be rendered useless for generations.</span></span></p><p style="margin-top: 0pt; margin-right: 0pt; margin-left: 0pt; padding-top: 0pt; padding-right: 0pt; padding-bottom: 0pt; padding-left: 0pt; margin-bottom: 1em; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;">The orbits around the Earth are too valuable to let this happen. Space is a public common and humanity needs to value it. So it is time to stop so many satellites from flying blind. Although some organisations collect and analyse data on potential collisions, they are not always precise and there are gaps in their knowledge—as the recent collision has shown. The European Space Agency has said it will encourage space agencies to share more information. It will also establish standards for working more closely with America.</span></span></p><p style="margin-top: 0pt; margin-right: 0pt; margin-left: 0pt; padding-top: 0pt; padding-right: 0pt; padding-bottom: 0pt; padding-left: 0pt; margin-bottom: 1em; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;">But that is too modest. What is needed is an international civil satellite-awareness system that would provide everyone from small governments to business with the information they need to operate safely. To create such a system cheaply, however, requires countries to pool information from their separate ground sensors. The system should lay down the rules of the road, such as who has to give way. All space-faring countries should comply with international guidelines to minimise the amount of debris created by launches. There is a strong case for a moratorium on debris-creating anti-satellite tests. And satellite-launchers should be obliged to buy insurance to cover the risk of extra costs before they venture into space, rather as car-drivers must before they take to the road. One such cost arises when a satellite has to take evasive action and thereby uses up fuel, reducing its life in orbit.</span></span></p><p style="margin-top: 0pt; margin-right: 0pt; margin-left: 0pt; padding-top: 0pt; padding-right: 0pt; padding-bottom: 0pt; padding-left: 0pt; margin-bottom: 1em; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;">This plan need not be expensive, but it faces one big difficulty. Because orbit is open to anyone with a launch-rocket handy, some countries may be tempted to let everyone else bear the costs of precaution while they reap the benefits. The space powers can use all sorts of levers to bring such recalcitrants round, from access to technology to moral pressure. Ultimately, though, if free riders refuse, it is important that the resulting stink does not block an agreement altogether. Do not let the mess on the ground exacerbate the mess in the skies above.</span></span></p></blockquote><p style="margin-top: 0pt; margin-right: 0pt; margin-left: 0pt; padding-top: 0pt; padding-right: 0pt; padding-bottom: 0pt; padding-left: 0pt; margin-bottom: 1em; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;"></span></span></p><p style="margin-top: 0pt; margin-right: 0pt; margin-left: 0pt; padding-top: 0pt; padding-right: 0pt; padding-bottom: 0pt; padding-left: 0pt; margin-bottom: 1em; font-size:0.8em;"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;">En The Economist, 19 de febrero de 2009.</span></p></span><p></p>El blog de Historia Económicahttp://www.blogger.com/profile/08085315852169823198noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-3688903676160309894.post-18016938157135730602009-03-10T08:14:00.000-07:002009-03-10T08:32:36.103-07:00Reflexiones sobre la teoría de la transición demográfica, por Cintia Fuentes Sánchez<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://www.otromundoesposible.net/attachments/magazine_img_234_0.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 400px; height: 350px;" src="http://www.otromundoesposible.net/attachments/magazine_img_234_0.jpg" border="0" alt="" /></a><div style="text-align: justify;">La teoría de la transición demográfica describe el proceso de transformación de una sociedad preindustrial (caracterizada por tasas de natalidad y mortalidad altas) a una sociedad industrial (tasas de natalidad y mortalidad bajas), y analiza los cambios en la natalidad y mortalidad humanas, relacionándolos con el desarrollo económico.<br /></div><div style="text-align: justify;"> La transición demográfica es un proceso complejo y de larga duración, que se desarrolla entre dos puntos que están en equilibrio: un punto inicial (sociedad preindustrial) y otro final (sociedad industrial). El modelo típico de transición demográfica consta de tres etapas: en la primera disminuye la mortalidad; en la segunda desciende de la natalidad, produciéndose en este momento el mayor crecimiento vegetativo; y finalmente, en la tercera las tasas de natalidad y mortalidad se encuentran en sus niveles más bajos, dando lugar al fin del proceso. Algunos demógrafos, sin embargo, dividen la transición en cinco etapas.<br /></div><div style="text-align: justify;"> En los países avanzados del siglo XIX, la transición demográfica comenzó a mediados de siglo y finalizó en la década de los años 60 en el siglo XX. El principal factor que la hizo posible fue el gran desarrollo económico debido a la Revolución Industrial, que trajo consigo, entre otras cosas, una revolución en la agricultura (una mayor producción de alimentos redujo la mortalidad y las crisis de subsistencia fueron más escasas y menos intensas); un desarrollo científico (nacido al amparo del desarrollo industrial) que promovió hábitos higiénicos, aparición de las vacunas, mejores condiciones sanitarias en casas y ciudades; el inicio de la intervención humana para controlar la procreación y un cambio en la mentalidad. Como consecuencia de todo este desarrollo económico, se produjo un descenso de la natalidad. Además, la población sobrante de Europa tuvo la oportunidad de poder emigrar a las colonias que muchos países europeos poseían. En la actualidad, los países desarrollados se enfrentan a un grave problema: el fin de la transición demográfica conlleva el envejecimiento de la población, que consiste en que las generaciones más abundantes no están formadas por personas jóvenes, sino por personas mayores.<br /></div><div style="text-align: justify;"> Ningún país en vías de desarrollo ha terminado la transición demográfica, por lo cual el tiempo de duración es incierto. Existen grandes diferencias con el proceso que tuvo lugar en los países avanzados en el siglo XIX. La principal de ellas es que la transición demográfica no está siendo acompañada por un desarrollo económico. Este hecho está dando lugar a graves problemas de paro, pobreza, hambre, sanidad y educación deficientes... La mayoría de estos países se encuentran entre la primera y segunda etapa de la transición demográfica: la mortalidad está disminuyendo debido a que están llegando algunos avances de la medicina occidental, pero más difícil está resultando el descenso de la natalidad, pues los programas de control de natalidad encuentran oposición por razones políticas, religiosas o culturales, y la población sigue creciendo, en algunos casos de manera alarmante.<br /></div><div style="text-align: justify;">Imagen: <a href="http://www.otromundoesposible.net/attachments/magazine_img_234_0.jpg"></a></div><div style="text-align: justify;"><a href="http://www.otromundoesposible.net/attachments/magazine_img_234_0.jpg">http://www.otromundoesposible.net/attachments/magazine_img_234_0.jpg</a></div>El blog de Historia Económicahttp://www.blogger.com/profile/08085315852169823198noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3688903676160309894.post-16995095799436495552009-03-10T07:55:00.000-07:002009-03-10T08:33:35.869-07:00Transiciones muy diferentes, por Luis Calderón Seibane<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://www.ced.uab.es/jperez/images/Gifs/TTDkalipedia.png"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 400px; height: 300px;" src="http://www.ced.uab.es/jperez/images/Gifs/TTDkalipedia.png" border="0" alt="" /></a><div style="text-align: justify;">Existen diferencias notables entre la transición demográfica que se produjo en los países europeos y la que se está produciendo en los países en desarrollo y que comenzó a mediados del siglo pasado. Primero analizaremos ambas transiciones y terminaremos por destacar las principales diferencias existentes.<br /></div><div style="text-align: justify;"> En lo que se refiere a la transición demográfica “clásica”, el desarrollo industrial mejoró significativamente el nivel de vida lo cual trajo consigo como es lógico una disminución de la mortalidad y un aumento de la esperanza de vida. En este primer momento de la transición las tasas de natalidad siguen permaneciendo altas y posibilitan el “boom” demográfico característico de esta primera etapa de la transición. Este gran incremento de la población y del nivel de vida se pudo producir y, sobre todo, mantener en el tiempo hasta nuestros días -escapando así de la “trampa maltusiana”- debido a los grandes avances producidos por la Revolución Industrial. Esta primera fase se produjo desde principios del siglo XVIII hasta mediados del siglo XIX, momento en el cual tuvo lugar una bajada de la tasa de natalidad. En este momento entramos en una segunda etapa de la transición, en la que se empieza a desacelerar el crecimiento de la población. Finalmente en el siglo XX finaliza la transición demográfica de los países hoy avanzados, con la equiparación de las tasas de natalidad y mortalidad (ambas en niveles muy bajos). Esta estabilidad del crecimiento demográfico no es totalmente uniforme, pero en general podemos afirmar que a mediados del siglo XX finaliza la gran transición europea.<br /></div><div style="text-align: justify;"> En cuanto a la transición demográfica de los países subdesarrollados, hay que destacar que es un fenómeno inacabado. En general este movimiento se inicia a mediados del siglo XX, momento en el cual las grandes tasas de mortalidad características de estas zonas se reducen considerablemente, lo que hace crecer la población. Esta reducción fue posible por la importación de los avances occidentales en salud e higiene. La explosión demográfica parece frenarse a finales del siglo XX, especialmente en los países latinoamericanos y asiáticos, no así los africanos que siguen manifestando un crecimiento intenso. <br /></div><div style="text-align: justify;"> Para finalizar concretaremos las grandes diferencias entre ambos movimientos. Quizás la diferencia principal sea que la transición europea llevó consigo un gran desarrollo económico e hizo que se convirtiera la zona europea en el epicentro de la economía mundial, mientras que la transición de los países en desarrollo no parece que haya mejorado mucho el nivel de vida ni la riqueza de estos países. Por otro lado, también debemos destacar que mientras la transición europea parece que ya ha finalizado, la de los países subdesarrollados es un fenómeno inacabado. También hay que destacar que la transición europea se desarrolló de forma uniforme en territorios cercanos mientras que la de los países en desarrollo es mucho más dispersa y con grandes diferencias en el desarrollo. Es de destacar, igualmente, que la primera transición supuso un cambio en el rumbo de la historia, una ruptura con la trampa maltusiana, mientras que la segunda transición parece una réplica tardía de la primera. Por último destacaremos algo tan obvio como que al producirse en momentos diferentes, la mentalidad, cultura y demografía son muy diferentes en ambos periodos, lo cual influyó sin duda en ambas transiciones.<br /></div>Imagen: <div><a href="http://www.ced.uab.es/jperez/images/Gifs/TTDkalipedia.png">http://www.ced.uab.es/jperez/images/Gifs/TTDkalipedia.png</a></div>El blog de Historia Económicahttp://www.blogger.com/profile/08085315852169823198noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3688903676160309894.post-88864578553685503842009-02-19T02:17:00.001-08:002009-02-19T02:20:25.128-08:00El baile de los muertos, de Hans Holbein<a title="View Der Totentanz by Holbein, Hans, 1497-1543 on Scribd" href="http://www.scribd.com/doc/2378965/Der-Totentanz-by-Holbein-Hans-14971543" style="margin: 12px auto 6px auto; font-family: Helvetica,Arial,Sans-serif; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; font-size: 14px; line-height: normal; font-size-adjust: none; font-stretch: normal; -x-system-font: none; display: block; text-decoration: underline;">Der Totentanz by Holbein, Hans, 1497-1543</a> <object codebase="http://download.macromedia.com/pub/shockwave/cabs/flash/swflash.cab#version=9,0,0,0" id="doc_598601748168728" name="doc_598601748168728" classid="clsid:d27cdb6e-ae6d-11cf-96b8-444553540000" align="middle" height="500" width="100%"> <param name="movie" value="http://d.scribd.com/ScribdViewer.swf?document_id=2378965&access_key=key-1lm8xvi79cja2ffoem3k&page=1&version=1&viewMode=list"> <param name="quality" value="high"> <param name="play" value="true"> <param name="loop" value="true"> <param name="scale" value="showall"> <param name="wmode" value="opaque"> <param name="devicefont" value="false"> <param name="bgcolor" value="#ffffff"> <param name="menu" value="true"> <param name="allowFullScreen" value="true"> <param name="allowScriptAccess" value="always"> <param name="salign" value=""> <param name="mode" value="list"> <embed src="http://d.scribd.com/ScribdViewer.swf?document_id=2378965&access_key=key-1lm8xvi79cja2ffoem3k&page=1&version=1&viewMode=list" quality="high" pluginspage="http://www.macromedia.com/go/getflashplayer" play="true" loop="true" scale="showall" wmode="opaque" devicefont="false" bgcolor="#ffffff" name="doc_598601748168728_object" menu="true" allowfullscreen="true" allowscriptaccess="always" salign="" type="application/x-shockwave-flash" align="middle" mode="list" height="500" width="100%"></embed> </object> <div style="margin: 6px auto 3px auto; font-family: Helvetica,Arial,Sans-serif; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; font-size: 12px; line-height: normal; font-size-adjust: none; font-stretch: normal; -x-system-font: none; display: block;"> <a href="http://www.scribd.com/upload" style="text-decoration: underline;">Publish at Scribd</a> or <a href="http://www.scribd.com/browse" style="text-decoration: underline;">explore</a> others: <a href="http://www.scribd.com/browse/eBooks/Fiction-Literature?style=text-decoration%3A+underline%3B">Fiction & Literature</a> <a href="http://www.scribd.com/browse/HowTo-Guides-DIY/Travel?style=text-decoration%3A+underline%3B">Travel</a> <a href="http://www.scribd.com/tag/Law" style="text-decoration: underline;">Law</a> </div>El blog de Historia Económicahttp://www.blogger.com/profile/08085315852169823198noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-3688903676160309894.post-89487253105068118162009-02-18T02:35:00.001-08:002009-02-18T03:33:15.720-08:00El origen de la Revolución Industrial<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiykaVmGtwxS788_f_hjyBEShO3YVozQTOK2IuuGbYbcLuwMEA-Yk_N0367svD8OFTukMikBs5wZKIGwnF0Aez8TdO4ZA3P56WB69ZFAOWhL0HwCiA4t6qR9HibIkKJlsSV1C_Dexs9NgI/s1600-h/jordaens+feast.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 320px; height: 258px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiykaVmGtwxS788_f_hjyBEShO3YVozQTOK2IuuGbYbcLuwMEA-Yk_N0367svD8OFTukMikBs5wZKIGwnF0Aez8TdO4ZA3P56WB69ZFAOWhL0HwCiA4t6qR9HibIkKJlsSV1C_Dexs9NgI/s320/jordaens+feast.jpg" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5304097869566954770" /></a><br /><div>Publicado en El País, el 12 de septiembre de 2007:</div><div><span class="Apple-style-span" style=" ;font-family:Arial;font-size:10px;"><p style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; font: normal normal normal 160%/140% Georgia, 'Times New Roman', Times, serif; color: rgb(51, 51, 51); margin-bottom: 13px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;"></span></p><blockquote><p style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; font: normal normal normal 160%/140% Georgia, 'Times New Roman', Times, serif; color: rgb(51, 51, 51); margin-bottom: 13px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;">Durante miles de años, la mayoría de los habitantes de la tierra vivió en la miseria, primero como cazadores y recolectores y luego como campesinos o jornaleros. Pero con la Revolución Industrial, al principio del siglo XIX, algunas sociedades cambiaron esta pobreza ancestral por una afluencia increíble.</span></p><p style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; font: normal normal normal 160%/140% Georgia, 'Times New Roman', Times, serif; color: rgb(51, 51, 51); margin-bottom: 13px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;">Historiadores y economistas han intentado comprender durante mucho tiempo cómo se produjo esta transición y por qué sólo se dio en determinados países. Un erudito que ha pasado los últimos 20 años estudiando archivos medievales ingleses ha propuesto respuestas asombrosas.</span></p><p style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; font: normal normal normal 160%/140% Georgia, 'Times New Roman', Times, serif; color: rgb(51, 51, 51); margin-bottom: 13px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;">Gregory Clark, historiador de la economía en la Universidad de California en Davis, cree que la Revolución Industrial -el aumento del crecimiento económico que se produjo por primera vez en Inglaterra en torno a 1800- tuvo lugar debido a un cambio en la naturaleza de la población humana. En esa transformación, la gente desarrolló gradualmente las nuevas y extrañas conductas necesarias para hacer que funcione una economía moderna. Clark sostiene que los valores de clase media, como la no violencia, la alfabetización, unas jornadas laborales prolongadas y la voluntad de ahorro, no afloraron hasta recientemente.</span></p><p style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; font: normal normal normal 160%/140% Georgia, 'Times New Roman', Times, serif; color: rgb(51, 51, 51); margin-bottom: 13px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;">Debido a que estos valores se volvieron más habituales en los siglos anteriores al XIX, ya fuera por transmisión cultural o por adaptación evolutiva, la población inglesa por fin fue lo bastante productiva como para escapar de la pobreza y pronto la siguieron otros países con un pasado agrícola igualmente dilatado.</span></p><p style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; font: normal normal normal 160%/140% Georgia, 'Times New Roman', Times, serif; color: rgb(51, 51, 51); margin-bottom: 13px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;">Las ideas de Clark han circulado en artículos y manuscritos durante varios años, y ahora se plasman en el libro </span><i style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;">A Farewell to Alms</span></i><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;"> (Princeton University Press)</span></p><p style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; font: normal normal normal 160%/140% Georgia, 'Times New Roman', Times, serif; color: rgb(51, 51, 51); margin-bottom: 13px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;">[que se podría traducir por </span><i style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;">Adiós a las limosnas]</span></i><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;">. Los historiadores de la economía han elogiado su tesis, aunque muchos discrepan en algunos aspectos. "Éste es un libro fantástico que merece atención", señala Philip Hoffman, historiador del California Institute of Technology. Lo describe como "maravillosamente provocador" y un "auténtico desafío" para la escuela de pensamiento predominante, según la cual, son las instituciones las que moldean la historia de la economía.</span></p><p style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; font: normal normal normal 160%/140% Georgia, 'Times New Roman', Times, serif; color: rgb(51, 51, 51); margin-bottom: 13px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;">Samuel Bowles, que estudia la evolución cultural en el Santa Fe Institute, dice que el trabajo de Clark es "una excelente sociología histórica y, a diferencia de la sociología del pasado, se inspira en la teoría económica moderna".</span></p><p style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; font: normal normal normal 160%/140% Georgia, 'Times New Roman', Times, serif; color: rgb(51, 51, 51); margin-bottom: 13px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;">La base del trabajo de Clark es recabar datos a partir de los cuales puede reconstruir numerosas características de la economía inglesa del siglo XIII al XIX. Con estos datos, Clark demuestra, con mucha más claridad de lo que ha sido posible hasta la fecha, que la economía se encontraba encerrada en una trampa maltusiana: cada vez que una nueva tecnología incrementaba un poco la eficiencia de la producción, la población crecía, esas bocas adicionales consumían los excedentes y los ingresos medios caían a su nivel anterior.</span></p><p style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; font: normal normal normal 160%/140% Georgia, 'Times New Roman', Times, serif; color: rgb(51, 51, 51); margin-bottom: 13px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;">Estos ingresos eran lamentablemente bajos en lo que respecta a la cantidad de trigo que podían costear. En 1790, el consumo medio por persona en Inglaterra todavía era de 2.322 kilocalorías diarias, y los pobres ingerían sólo 1.508. Las sociedades cazadoras-recolectoras vivientes llevan dietas de 2.300 kilocalorías o más. "El hombre primitivo comía bien en comparación con una de las sociedades más ricas del mundo en el siglo XIX", observa Clark.</span></p><p style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; font: normal normal normal 160%/140% Georgia, 'Times New Roman', Times, serif; color: rgb(51, 51, 51); margin-bottom: 13px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;">La tendencia de la población a crecer con más rapidez que el suministro alimentario, lo cual mantiene a la mayoría al borde de la inanición, fue descrita por Thomas Malthus en su libro </span><i style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;">Ensayo sobre el principio de la población,</span></i><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;"> de 1798. Esta trampa maltusiana, según demuestran los datos de Clark, gobernó la economía inglesa desde el siglo XIII hasta la Revolución Industrial y, a su parecer, probablemente haya constreñido a la humanidad durante toda su existencia. La única tregua llegó con desastres como la peste negra, cuando la población cayó en picado y durante varias generaciones los supervivientes tuvieron más para comer.</span></p><p style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; font: normal normal normal 160%/140% Georgia, 'Times New Roman', Times, serif; color: rgb(51, 51, 51); margin-bottom: 13px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;">El libro de Malthus es célebre porque dio a Darwin la idea de la selección natural. Tras leer acerca de la lucha por la existencia que pronosticaba Malthus, Darwin escribió en su autobiografía: "Me di cuenta de que, en estas circunstancias, las variaciones favorables tenderían a preservarse y las adversas a ser destruidas... Aquí tenía por fin una teoría con la que trabajar".</span></p><p style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; font: normal normal normal 160%/140% Georgia, 'Times New Roman', Times, serif; color: rgb(51, 51, 51); margin-bottom: 13px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;">Dado que la economía inglesa funcionaba según las limitaciones maltusianas, ¿no habría respondido de algún modo a las fuerzas de la selección natural que Darwin había vaticinado que aflorarían en esas condiciones? Clark empezó a preguntarse si la selección natural realmente había transformado la naturaleza de la población en algún sentido y, de ser así, si esto podía constituir la explicación faltante para la Revolución Industrial.</span></p><p style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; font: normal normal normal 160%/140% Georgia, 'Times New Roman', Times, serif; color: rgb(51, 51, 51); margin-bottom: 13px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;">La Revolución Industrial, la primera huida de la trampa maltusiana, se produjo cuando la eficiencia de producción aceleró por fin, y creció lo suficientemente rápido como para superar al desarrollo de la población y permitir que aumentaran los ingresos medios. Se han ofrecido numerosas explicaciones para este brote de eficiencia, algunas económicas y otras políticas, pero ninguna es del todo satisfactoria, según los historiadores.</span></p><p style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; font: normal normal normal 160%/140% Georgia, 'Times New Roman', Times, serif; color: rgb(51, 51, 51); margin-bottom: 13px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;">La primera idea de Clark era que la población tal vez había desarrollado una mayor resistencia a las enfermedades. La idea provenía del libro de Jared Diamond </span><i style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;">Armas, gérmenes y acero,</span></i><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;"> en el que afirma que los europeos pudieron conquistar otras naciones en parte debido a su mayor inmunidad a las enfermedades. En apoyo a la idea de la resistencia, ciudades como Londres eran tan mugrientas y estaban tan azotadas por enfermedades que moría un tercio de la población de cada generación, y las pérdidas eran compensadas por inmigrantes del campo. Eso indicó a Clark que la población superviviente de Inglaterra podía ser descendiente de campesinos.</span></p><p style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; font: normal normal normal 160%/140% Georgia, 'Times New Roman', Times, serif; color: rgb(51, 51, 51); margin-bottom: 13px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;">Reparó en que una manera de probar la idea era mediante el análisis de testamentos antiguos, que tal vez revelarían una conexión entre la salud y el número de la progenie. Así ocurrió, pero en la dirección opuesta a la que esperaba.</span></p><p style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; font: normal normal normal 160%/140% Georgia, 'Times New Roman', Times, serif; color: rgb(51, 51, 51); margin-bottom: 13px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;">Generación tras generación, los ricos tenían más hijos supervivientes que los pobres, según demostró su estudio. Eso significaba que debió de producirse una movilidad social descendente de forma continua mientras los pobres no lograban reproducirse y la progenie de los ricos asumía sus ocupaciones. "Buena parte de la población moderna de Inglaterra desciende de las clases altas de la Edad Media", concluye.</span></p><p style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; font: normal normal normal 160%/140% Georgia, 'Times New Roman', Times, serif; color: rgb(51, 51, 51); margin-bottom: 13px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;">Debido a que la progenie de los ricos dominaba todos los niveles de la sociedad, considera Clark, las conductas que contribuían a la riqueza tal vez se propagaron con ellos. Clark ha documentado que varios aspectos de lo que ahora podría denominarse los valores de la clase media, cambiaron significativamente desde los tiempos de las sociedades cazadoras-recolectoras hasta el siglo XIX. Aumentaron las jornadas laborales, crecieron la alfabetización y las nociones elementales de cálculo, y el nivel de violencia interpersonal disminuyó.</span></p><p style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; font: normal normal normal 160%/140% Georgia, 'Times New Roman', Times, serif; color: rgb(51, 51, 51); margin-bottom: 13px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;">Otro cambio importante en la conducta, aduce Clark, fue un incremento de la preferencia de la gente por el ahorro en lugar del consumo instantáneo, que él ve reflejado en el declive permanente de los tipos de interés del siglo XIII al XIX.</span></p><p style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; font: normal normal normal 160%/140% Georgia, 'Times New Roman', Times, serif; color: rgb(51, 51, 51); margin-bottom: 13px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;">"El ahorro, la prudencia, la negociación y el trabajo duro estaban convirtiéndose en valores para unas comunidades que antes habían sido derrochadoras, impulsivas, violentas y amantes del ocio", escribe Clark.</span></p><p style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; font: normal normal normal 160%/140% Georgia, 'Times New Roman', Times, serif; color: rgb(51, 51, 51); margin-bottom: 13px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;">Resulta desconcertante que la Revolución Industrial no se produjera primero en las poblaciones mucho más numerosas de China o Japón. Clark ha hallado datos que demuestran que sus clases más ricas, los samuráis en Japón y la dinastía Qing en China, eran sorprendentemente estériles y, por tanto, no habrían generado la movilidad social descendente que propagó los valores en Inglaterra.</span></p><p style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; font: normal normal normal 160%/140% Georgia, 'Times New Roman', Times, serif; color: rgb(51, 51, 51); margin-bottom: 13px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;">Tras la Revolución Industrial, el desfase en el nivel de vida entre los países más ricos y más pobres empezó a acelerarse y pasó de una disparidad de 4 a 1 en el siglo XVIII a más de 50 a 1 en la actualidad. Al igual que no existe una explicación consensuada sobre la Revolución Industrial, los economistas no pueden dilucidar la divergencia entre países ricos y pobres; de lo contrario, tendrían mejores remedios que ofrecer.</span></p><p style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; font: normal normal normal 160%/140% Georgia, 'Times New Roman', Times, serif; color: rgb(51, 51, 51); margin-bottom: 13px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;">Muchos analistas apuntan a un fracaso de las instituciones políticas y sociales como el motivo por el que los países pobres siguen siendo pobres. Pero la medicina propuesta de la reforma institucional "no ha conseguido curar al paciente", escribe Clark. Compara "centros de culto" como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional con los médicos precientíficos que recetaban sangrías para afecciones que no comprendían.</span></p><p style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; font: normal normal normal 160%/140% Georgia, 'Times New Roman', Times, serif; color: rgb(51, 51, 51); margin-bottom: 13px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;">Los historiadores solían aceptar las transformaciones en la conducta de la gente como explicación para acontecimientos económicos, como la teoría de Max Weber que relacionaba el auge del capitalismo con el protestantismo, pero muchos se adhieren ahora a la idea de los economistas de que todo el mundo se parece y responderá igual a los mismos incentivos. De ahí que pretendan explicar sucesos como la Revolución Industrial en relación con cambios en las instituciones y no en la gente. Para Clark, las instituciones y los incentivos han sido prácticamente los mismos en todo momento y no explican gran cosa.</span></p><p style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; font: normal normal normal 160%/140% Georgia, 'Times New Roman', Times, serif; color: rgb(51, 51, 51); margin-bottom: 13px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;">Gran parte de los historiadores ha dado por sentado que el cambio evolutivo es demasiado gradual como para haber afectado a las poblaciones humanas en el periodo histórico. Sin embargo, los genetistas, que ahora cuentan con información del genoma humano, han empezado a detectar ejemplos cada vez más recientes de transformación evolutiva en el ser humano, como la propagación de la tolerancia a la lactosa en los pueblos ganaderos del norte de Europa hace sólo 5.000 años. Un estudio publicado en la última edición de </span><i style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;">The American Journal of Human Genetics</span></i><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;"> ha hallado pruebas de selección natural activa en la población de Puerto Rico desde 1513.</span></p><p style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; font: normal normal normal 160%/140% Georgia, 'Times New Roman', Times, serif; color: rgb(51, 51, 51); margin-bottom: 13px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;">Bowles, el economista de Santa Fe, no es "contrario a la idea" de que la transmisión genética de los valores capitalistas es importante, pero cree que todavía no se dispone de pruebas de ello. "Simplemente, no tenemos ni idea de qué es, y todo lo que estudiamos acaba siendo tremendamente pequeño", asegura. Las pruebas sobre la mayoría de las conductas sociales demuestran que son escasamente hereditarias.</span></p></blockquote><p style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; font: normal normal normal 160%/140% Georgia, 'Times New Roman', Times, serif; color: rgb(51, 51, 51); margin-bottom: 13px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;"></span></p></span></div><div>Ilustración: Jacob Jordaens, The feast of the Bean King (1655)</div><div><br /></div>El blog de Historia Económicahttp://www.blogger.com/profile/08085315852169823198noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3688903676160309894.post-10547344593165504922009-02-18T02:26:00.001-08:002009-02-18T02:29:00.160-08:00El gráfico en español<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgPETckXBrxNIsz1anjEXO5sdBv_1SNQ-gMHj06dl_0iz6n4FmEFZ7P1RfoIj_VDfdpO-jcZqhMs7kyxVbyLw3aFwH3mgwYOb2Gw1XfNMssoqgeq7JesmbMiunhuHdl3HVovbavAa-M9lA/s1600-h/escapemalthus+espa%C3%B1ol.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 235px; height: 320px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgPETckXBrxNIsz1anjEXO5sdBv_1SNQ-gMHj06dl_0iz6n4FmEFZ7P1RfoIj_VDfdpO-jcZqhMs7kyxVbyLw3aFwH3mgwYOb2Gw1XfNMssoqgeq7JesmbMiunhuHdl3HVovbavAa-M9lA/s320/escapemalthus+espa%C3%B1ol.jpg" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5304082057563810818" /></a><br /><div><span class="Apple-style-span" style="font-size: x-small;">Gráfico de The New York Times / El País. Encontrado por Cintia Fuentes.</span></div>El blog de Historia Económicahttp://www.blogger.com/profile/08085315852169823198noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3688903676160309894.post-63378775734579642842009-02-17T08:44:00.000-08:002009-02-17T08:46:25.838-08:00La tesis de Clark en un gráfico<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhZiFB95qMlDLbKH7huPahLzVues9k3eER8Yu3Gklw9jhvPin75wLL-F1rcSobG6u8jiKap6QMnRzjF6S-n8eClfR9ZUHQGC5bF30tMJwVJNjn3X7e88zXVFe6AT7WSl_3NKBnKd7EwTbI/s1600-h/0807-sci-INDUSTRIAL-lrg.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 140px; height: 320px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhZiFB95qMlDLbKH7huPahLzVues9k3eER8Yu3Gklw9jhvPin75wLL-F1rcSobG6u8jiKap6QMnRzjF6S-n8eClfR9ZUHQGC5bF30tMJwVJNjn3X7e88zXVFe6AT7WSl_3NKBnKd7EwTbI/s320/0807-sci-INDUSTRIAL-lrg.jpg" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5303808342346038466" /></a>El blog de Historia Económicahttp://www.blogger.com/profile/08085315852169823198noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-3688903676160309894.post-71132990042166896332009-02-09T00:38:00.000-08:002009-02-09T01:23:48.057-08:00"La Gran Evasión", por Julio Aramberri<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh8ZCTfe9vTuE_ygC6merAJSTzvjJ2G2-0_s6kdLvPHoY2tPq87GlXwIyvRtnjwnGWfvLH8CPNIcrIXL069vIZ8NbXacDC1KgRDch9SrL2CZpYebFD9xajZSvzAqPJFeeTZ5gxv-1Jnvc4/s1600-h/496px-Pieter_Bruegel_the_Elder-_The_Triumph_of_Death_-_detail_1.JPG"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 265px; height: 320px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh8ZCTfe9vTuE_ygC6merAJSTzvjJ2G2-0_s6kdLvPHoY2tPq87GlXwIyvRtnjwnGWfvLH8CPNIcrIXL069vIZ8NbXacDC1KgRDch9SrL2CZpYebFD9xajZSvzAqPJFeeTZ5gxv-1Jnvc4/s320/496px-Pieter_Bruegel_the_Elder-_The_Triumph_of_Death_-_detail_1.JPG" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5300725545565660258" /></a><br /><span class="Apple-style-span" style="color: rgb(51, 51, 51); line-height: 20px; font-size:13px;"><div>Fragmento del artículo de Julio Aramberri sobre el libro de Gregory Clark (2007), A farewell to alms. A brief economic history of the world (Princeton: Princeton University Press). En <a href="http://www.revistadelibros.com/articulo_completo.php?art=13">http://www.revistadelibros.com/articulo_completo.php?art=13</a></div><blockquote><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">Gregory Clark es profesor de Economía en el sistema universitario californiano, concretamente en la Universidad de Davis. Su carrera académica ha estado ligada a la historia económica, en especial la de Gran Bretaña e India. Hasta el momento, sus escritos habían sido monografías en publicaciones académicas de solera como </span><em style="padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">Journal of Economic History, Economic History Review o Journal of Political Economy</span></em><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">, y sólo recientemente se ha decidido a formular una visión general de la historia económica mundial en el libro que aquí se comenta. El libro de Clark ha sido saludado con entusiasmo por algunos de sus colegas economistas. Hay quien lo considera como uno de los más estimulantes resúmenes de la historia económica mundial o como la salva inicial de un debate que no se cerrará en años</span><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">.<br /></span><span style="padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">Muchas cosas, como se verá, podrán achacársele a Clark, menos falta de ambición. El libro comienza a tambor batiente, con una introducción que resume en dieciséis páginas, dieciséis, la historia económica del mundo en dos grandes etapas y una coda. La conclusión que Clark saca de la primera etapa es un navajazo a la idea, tan extendida, de que a lo largo de los siglos la humanidad ha visto mejorar sus condiciones de vida. Hacia 1800 el ciudadano medio del planeta no había superado a sus ancestros remotos. Si acaso, lo contrario. Los cazadores-recolectores tenían una esperanza de vida similar a la de sus paisanos de 1800; eran más altos gracias a una dieta variada; trabajaban mucho menos; sus comunidades eran más igualitarias. En realidad, desde la prehistoria, las cosas no habían hecho sino empeorar. «A los pobres de 1800 [...] mejor les hubiera ido de haberse podido mudar a una banda de cazadores-recolectores» (p. 2). La Revolución Industrial abrió un segundo recorrido al alterar sustancialmente ese equilibrio. Las economías ricas cuentan hoy con rentas entre diez y veinte veces superiores a la media de 1800. La coda, sin embargo, es menos optimista. La prosperidad no se ha asomado en igual medida por todas las esquinas del planeta y, lejos de haber generado riqueza para todos, la diferencia de renta entre sociedades ricas y el resto varía hoy de 50 a 1. De la nada hemos pasado a las más altas cumbres de una Gran Divergencia. Así de sencilla es la historia económica de la humanidad.<br /></span><span style="padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">Los historiadores económicos, sostiene Clark, tienen que explicar tres problemas corniveletos. ¿Por qué se ha visto la humanidad atrapada en una trampa maltusiana durante los cien mil años anteriores a la Revolución Industrial? ¿Por qué los primeros en escapar de ella hubieron de ser los habitantes de una pequeña isla como Gran Bretaña? ¿Cuál es el futuro de la Gran Divergencia? Clark proclama tener respuestas para casi todo, aunque confiese que éstas adolecen de la ley de rendimientos decrecientes. Reducir la era maltusiana a una serie de mecanismos básicos le parece fácil; explicar el éxito de la Revolución Industrial no tanto; el final de la coda está aún por escribir.<br /></span><span style="padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">En cualquier caso, el libro tiene fines adicionales, tal que dar un repaso a la sabiduría convencional de los historiadores económicos, la mayoría aún anclados en el mito decimonónico de que la historia ha llevado gradualmente a los humanos hacia mayor crecimiento, mayores rentas y más felicidad. La realidad ha sido diferente. Ni el bienestar ha crecido hasta muy recientemente, ni la riqueza de las sociedades modernas ha acarreado un aumento general de la felicidad. El crecimiento y la felicidad, esos dos gigantes de los economistas, andan mayormente a la greña, tal que Fafner y Fasolt luego de haber levantado el Valhalla. Clark adicionalmente reconoce una deuda con Jared Diamond. Como para su mentor, para él la historia económica es un haz de casualidades que no permite a los sujetos intervenir decisivamente en la pieza que protagonizan. Sin duda, la Revolución Industrial ha significado un importante cambio en la derrota tomada por las sociedades modernas, pero no por una mayor clarividencia o superioridad intelectual de los europeos y americanos que la impulsaron, pues podría haber ocurrido de otra manera. «Los historiadores económicos [...] dedican sus días a defender una idea de progreso que todos los estudios empíricos serios desmienten» (p. 147). ¿Será verdad?<br /></span><span style="padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;"><br /></span><span style="padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; "><span class="Apple-style-span" style="font-weight: bold;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">La trampa malthusiana</span></span><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;"><br /></span><span style="padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; "><span style="padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">Durante casi toda su existencia, la humanidad ha sido víctima de una trampa maltusiana por la que los avances tecnológicos que permitían mayor bienestar venían seguidos de un aumento de población que terminaba por agotarlos y revertir al equilibrio de precariedad inicial. No cuesta entender la cuestión si se presumen tres condiciones: 1) que cada sociedad tiene una tasa de natalidad determinada por las costumbres que regulan su fertilidad y que crece a medida que aumenta su nivel de vida; 2) que la tasa de mortalidad decae a medida que eso se produce, con lo que crece la densidad de las poblaciones respectivas; 3) que la mayor densidad demográfica acaba por generar un declive del nivel de vida. El nivel de vida, pues, es un equilibrio inestable entre natalidad y mortalidad y la demografía estipula la cantidad de bienes y servicios que cada sociedad puede consumir, es decir, su renta de subsistencia.<br /></span><span style="padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">Este concepto clave de renta de subsistencia –dice Clark– no debe entenderse como el límite de la inanición: unas mil quinientas calorías diarias. Todas las sociedades maltusianas lo han excedido considerablemente y las diferencias de fertilidad entre sociedades han generado normas de subsistencia variables a lo largo del tiempo. En cualquier caso, si una población crece por cualquier razón, al final su renta disminuye, lo que trae consigo una caída por debajo del nivel de subsistencia, un aumento de la mortalidad y un nuevo equilibrio sobre el punto de partida. Las habas están contadas.<br /></span><span style="padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">El ciclo se basa en la ley de rendimientos decrecientes formulada por Ricardo. Si uno de los factores productivos (tierra, trabajo y capital) se mantiene fijo, un aumento en el empleo de los otros disminuirá su rendimiento marginal. La relación, sin embargo, no es fija para todas las sociedades. Dependiendo del área cultivada y de su tecnología, cada una tiene su agenda tecnológica que conecta cada nivel de población con un determinado nivel de renta real. Las sociedades anteriores a 1800 conocieron muy diversos niveles tecnológicos, pero su ritmo de innovación era muy bajo en comparación con lo que sucedería después. Con ese compás lento, aunque una innovación tecnológica pudiese desencadenar un aumento de renta, el crecimiento de la población acababa inexorablemente por devolverla a la casilla inicial. «En la sociedad preindustrial, los avances tecnológicos esporádicos sólo producían gente, no riqueza» (p. 32).<br /></span><span style="padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">Para Clark, los economistas clásicos erraban el tiro al pensar que reformas institucionales variarían el resultado. Smith y sus seguidores podían creer que la acumulación se desencadena con reducciones de impuestos, seguridad jurídica y una justicia eficiente, pero la realidad muestra que eso son fórmulas vacías. En la etapa maltusiana, que un gobernante aumentara los impuestos para financiar grandes monumentos o un harén no afectaba al bienestar medio. Inicialmente un impuesto de, digamos, el 10 por ciento reducía la renta personal en esa misma medida acarreando una subida de la tasa de mortalidad. Con el tiempo, sin embargo, la caída demográfica se reequilibraba en torno a la renta de subsistencia y no con peores resultados para el conjunto. La desigualdad podía no hacer más acomodado al ciudadano individual, pero la renta media no disminuía porque crecían las de los más ricos.<br /></span><span style="padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">Escapar de la trampa maltusiana no fue sencillo y llevó más de diez mil años. Las sociedades agrarias sólo podían mejorar su nivel de vida mediante una reducción de la fertilidad o un aumento de la mortalidad. En Europa lo primero se alcanzaba mediante matrimonios a edad tardía para las mujeres (24-26 años), soltería femenina (entre el 10 y el 25 por ciento de las mujeres no se casaban) y un bajo grado de fertilidad ilegítima. En otras palabras, como los anticonceptivos del tiempo no eran fiables ni su uso generalizado, la baja fertilidad se basaba en la represión de la sexualidad, especialmente la femenina. En Asia Oriental, el mecanismo era distinto. Las mujeres se casaban antes y en mayor proporción, pero la fertilidad matrimonial era igualmente baja, según Clark, por causas no bien conocidas. Adicionalmente, el infanticidio femenino era práctica extendida en China, con lo que la quinta parte de los hombres no encontraba cónyuge. En Polinesia, el infanticidio rampante liquidaba entre dos tercios y tres cuartos de los nacidos. Así, la tasa de natalidad oscilaba en torno a 35 por mil y la esperanza de vida no llegaba a los treinta años. Entre 1580 y 1800, el 18 por ciento de los niños ingleses morían en su primer año de vida, aunque eso no fuera uniforme en todos los niveles de renta. Las ciudades contribuían también a la mortalidad. De no haber habido una migración constante del campo a la ciudad, según Clark, las ciudades europeas hubieran desaparecido del mapa. Estaban superpobladas y la higiene no era uno de sus florones, como lo muestra la rápida difusión de la peste negra y otras plagas. La alta mortalidad, tanto infantil como urbana, era el dique social en defensa del nivel de vida.<br /></span><span style="padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">Pero ya sabemos que la trampa maltusiana tenía otras vertientes. Al forzar aumentos de la mortalidad, agrandaba la renta real de los supervivientes. La urbanización insalubre y las altas tasas de mortalidad explican, pues, el bienestar relativo de los Países Bajos e Inglaterra en los albores de la Revolución Industrial. En Asia Oriental las cosas pintaban de otra forma. Allí las basuras, vendidas como fertilizante, generaban renta; japoneses y chinos estimaban más su higiene personal; sus casas se mantenían más limpias; y todo ello generaba crecimiento menor que en Europa Occidental. La peste blanca (cólera, tifus, viruela y parásitos intestinales) que los colonizadores llevaron a las Américas debería, según esta lógica, haber mejorado la suerte de los nativos de aquellos lugares, pero la expropiación de sus tierras y otros recursos naturales lo impidió.<br /></span><span style="padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">Siguiendo con la navaja de Occam, Clark deja sin explicación un par de misterios dolorosos. Dentro de su hipótesis no acaba de entenderse, ante todo, por qué se empeñaban los campesinos europeos en tirar el arado y abandonar la gleba, pues debía resultarles obvio que el aire de la ciudad, lejos de hacerles libres, les enfermaba y que su vida iba a ser breve y miserable. El segundo misterio es una extensión de éste. La revolución neolítica se generalizó, dice Clark, por haber generado una tecnología inicialmente superior –la agricultura–, pero su difusión llevó a los humanos a un equilibrio menos favorable que el de los cazadores-recolectores. A estas alturas ya conocemos el busilis. Almacenar provisiones para tiempos de vacas flacas tuvo por resultado una reducción de la tasa de mortalidad y, con ella, del nivel de vida. Luego, el aumento de las enfermedades causado por la densidad de población revertía al estado anterior. La larga era neolítica se tornó así en una revolución desperdiciada. Si resultó industriosa, como diría Jan de Vries al subrayar el alargamiento de la jornada laboral de los campesinos, no por ello trajo consigo mejores condiciones de vida. ¿Por qué, pues, cabe preguntar, se empecinaron los humanos durante más de diez mil años en ganarse la vida así? ¿Acaso nadie cayó en la cuenta de que las cosas iban a peor? ¿Por qué tantos prefirieron vivir en los imperios de China o Roma y no cruzar el </span><em style="padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">limes</span></em><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;"> para buscar una vida mejor entre los bárbaros? ¿Por qué a las primeras de cambio éstos se aficionaban a las delicias de Capua y no cataban volver a la horda original ni a tres tirones? Estos misterios, que hacen a su modelo menos plausible, los pasa Clark por alto.<br /></span><span style="padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">Para salir de la trampa maltusiana, los humanos hubieron de trepar por alguna escala. Su primer tramo lo marcó el éxito reproductivo de los ingleses ricos. Según Clark, los más pobres no conseguían reproducirse con éxito porque su nivel de renta impedía que su fertilidad superase su mortalidad. Los ricos, en cambio, tenían hijos en mayor número y con mejores expectativas de supervivencia. Siguiendo series de testamentos en algunos lugares de la Inglaterra de los siglos xvi al xvii, Clark concluye que la riqueza –no la posición social o la educación formal– explica allí el éxito reproductivo. El segundo peldaño brota de una diferencia fundamental entre los ingleses del xviii y los grupos de cazadores-recolectores. Mientras los primeros habían conseguido reducir las muertes por accidente u homicidio, éstas tenían una incidencia desproporcionada en la Edad de Piedra. Si conseguimos explicar cómo, cuándo y por qué se produjo esa transición a sociedades más pacíficas habremos alcanzado el tercer escalón. Volvamos, pues, a la Inglaterra pre-Cromwell. Quienes allí se reproducían con mayor éxito eran los ricos. Pero, en buena lógica maltusiana, no todos sus hijos podían mantenerse en el nivel social de los padres. Así que los artesanos de una generación procreaban los peones de la siguiente; los banqueros eran sucedidos por comerciantes; y los terratenientes por pequeños granjeros. La movilidad social apuntó inexorablemente hacia el sur.<br /></span><span style="padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">La tecnología no dejó de tener su influencia, pero en menor grado. En la era preindustrial hubo numerosos avances tecnológicos, pero eso no fue decisivo para el paso a la modernidad, porque marchaban a paso de carreta. Según los cálculos de Clark, en 1750, el conjunto de todas las economías tan sólo producía un 24 por ciento más por hectárea que al comienzo de la era común. Con los mismos toscos indicadores basados en la densidad de población, también podemos ver cuáles eran las regiones de mayor desarrollo tecnológico: Europa Central, el Oriente Medio, India y el Asia oriental. Sin embargo, el salto no se dio sino en la primera. ¿Por qué?<br /></span><span style="padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">El prerrequisito para llegar a la solución, según Clark, es quitarse la venda institucionalista. Los cambios fundamentales en la era maltusiana hay que buscarlos en otras causas: una bajada secular de los tipos de interés, extensión de la alfabetización y del conocimiento de las cuatro reglas, aumento de las horas de trabajo y declive de la violencia interpersonal. «El ahorro, la prudencia, la negociación y el trabajo duro fueron imponiéndose poco a poco como valores centrales en las comunidades que hasta entonces habían sido gastosas, impulsivas, violentas y amantes del ocio» (p. 166). En definitiva, triunfaron los valores de la clase media, y quien haya seguido lo anterior no tendrá dificultad en explicar por qué. El éxito reproductivo de los ricos, con ayuda de una movilidad descendente, los extendió al conjunto de la sociedad. Las sociedades agrarias no hicieron más inteligentes a sus miembros, pero recompensaron con el éxito económico y, por ende, reproductivo a quienes se adornaban con la habilidad de llevar a cabo tareas simples y repetitivas hora tras hora, día tras día.<br /></span><span style="padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">Hablar de Revolución Industrial –observa Clark– no parece la mejor denominación para la nueva etapa económica, caracterizada más bien por un fuerte aumento de la productividad tanto en las manufacturas como en la agricultura, pero es la expresión más aceptada. Sea como fuere, lo que importa es saber cuáles fueron sus mecanismos básicos. El más llamativo fue la práctica desaparición de la tierra como factor de producción. Entre 1750 y 2000, las rentas agrarias y urbanas redujeron su papel en la economía británica de una cuarta a menos de una vigésima parte. El gran crecimiento de los últimos dosciento cincuenta años tuvo, pues, que brotar de otras dos fuentes: mayor capital por trabajador y mayor eficiencia del proceso productivo. Según los cálculos de Clark, el primer factor explica tan solo una cuarta parte del crecimiento, dejando los tres cuartos restantes al segundo. Es decir, la parte del león en el aumento de la productividad se la llevó básicamente la innovación.<br /></span><span style="padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">Todo el proceso podría haber acabado con una nueva recaída en la trampa maltusiana de no haber coincidido con un inesperado crecimiento de la población inglesa entre 1750 y 1800, que se produjo independientemente de aquélla. Ese crecimiento demográfico se había hecho notar antes de que aumentara la productividad y sus causas no fueron mayormente económicas. A principios del siglo XVIII, las mujeres inglesas empezaron a casarse antes; la proporción de solteras cayó de una cuarta parte en el siglo anterior a la décima; los nacimientos ilegítimos crecieron. Entre 1650 y 1800 la fertilidad aumentó un 40 por ciento. Como la agricultura doméstica no podía hacer frente a la creciente demanda de alimentos y de materias primas, al país no le quedó otra salida que pagar sus importaciones con la exportación de productos manufacturados. Y, así, Inglaterra se convirtió en la gran fábrica del mundo.<br /></span><span style="padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">¿Por qué no pasó lo mismo en Asia? Sin citar fuentes, Clark apunta que bajo la dinastía Qing (1644-1911) y el shogunato Tokugawa (1603-1868) tanto China como Japón habían hecho notables progresos educativos y que su tecnología no había permanecido estancada. Ambas sociedades se encaminaban hacia una eventual Revolución Industrial local, pero su velocidad de crucero era inferior a la de Inglaterra. Nuevamente, ¿por qué? A pesar de reconocer la insuficiencia de datos sobre la demografía de China, Japón o India, Clark no se resigna a ofrecer menos de dos explicaciones. La primera está en la extensión de la superficie de cultivo. Entre 1300 y 1750, la población de China se triplicó y la de Japón creció cinco veces, pero ambos países pudieron alimentar ese excedente demográfico con más producción agraria. A diferencia de Inglaterra, no necesitaron encontrar una salida hacia el exterior. Aún más importante es la segunda. En ambos países los ricos no conocieron el mismo éxito reproductivo que en Inglaterra. En Japón, los datos de adopciones entre familias samurai muestran que desde el siglo xviii su fertilidad bajó respecto de la de los ricos ingleses. En consecuencia, sus hijos legítimos o adoptados no excedían la tasa general de reproducción, la movilidad descendente no actuaba y los valores de la clase media no podían difundirse con igual velocidad. En China, datos sobre la fertilidad del linaje imperial de los Qing muestran una tendencia similar. En resumen, la demografía empujaba en otras partes hacia la Revolución Industrial, pero sólo en Inglaterra, cuya agricultura no daba abasto para satisfacer las demandas de una población creciente, permitió el asentamiento rápido de los valores de la clase media.<br /></span><span style="padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">Con Weber y la teología puritana hemos topado. El motor de la acumulación se halla en el ahorro, la laboriosidad y el buen crédito. Aquí, amén de en un uso excesivamente alegre de algunos de los datos empíricos aportados, es donde uno empieza a juzgar que Clark es menos riguroso de cuanto aparenta. La teología puritana por sí sola hace a la gente más virtuosa, no más rica. Supongamos una sociedad cerrada y en equilibrio sobre un nivel de subsistencia, y supongamos que allí arriban unos presbíteros calvinistas que convencen a sus miembros de que deben ser más ahorrativos. Si el consumo disminuye al año siguiente un 10 por ciento, la sociedad no encontrará salida para su excedente de producción, y así sucesivamente. El ahorro y la laboriosidad sólo desencadenan un proceso de acumulación inicial si en la sociedad de referencia o en otras de su entorno hay gentes menos ahorrativas y virtuosas que gastan sus ingresos en comprar lo que los puritanos producen. Esta historia la contó con mucho salero el Mandeville de </span><em style="padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">La fábula de las abejas</span></em><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">, así que puede darse por sabida.<br /></span><span style="padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">Si el ahorro y el trabajo por sí solos no explican la acumulación, Clark tiene que caer en otra trampa maltusiana, esta vez teórica, pues la única explicación para la acumulación habrá de proceder bien de la tecnología, bien de la mortalidad. Clark no se fía por completo de la primera porque huele a chamusquina institucionalista. Tecnología es aplicación del conocimiento a la producción de bienes y servicios con dos consecuencias: mayor utilización de capital y mejor organización del proceso productivo. No en balde la obra de Adam Smith arranca con el análisis de la división del trabajo en la base de la Revolución Industrial. North, por su parte, ha destacado que el aumento de la productividad causado por la tecnología se hace más estable en un entramado institucional donde la libertad de investigación va en paralelo con la nación-Estado y las garantías jurídicas para la propiedad. Justamente lo que, a lo largo de varios siglos y no sólo por casualidad, había sucedido en Europa occidental y no en otros lugares del planeta como China, Japón y el mundo islámico.<br /></span><span style="padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">El arrebato anti-Smith de Clark lógicamente lo lleva a no mencionar más que de pasada otro mecanismo fundamental en el proceso de acumulación moderna: el comercio internacional. Sin él, empero, ni Dios hubiera librado a los puritanos de la ruina. En su modelo, sin embargo, el comercio internacional es el último expediente al que recurrieron los ingleses para poder mantener a una población que había crecido al albur de una fertilidad incontrolada. Como el comercio malamente puede desarrollarse sin libertad de movimientos para el capital y para el trabajo, y sin las instituciones que regulan los mercados, Clark prefiere olvidarse de él, para no tener que explicar que el desarrollo de la economía de mercado, aunque no fuera ajeno a China o al mundo islámico, alcanzó su cima inicial con las ferias medievales europeas, muy anteriores a la gran evasión.<br /></span><span style="padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;">La mortalidad es, en definitiva, el único acicate operativo en la mejora de las condiciones de vida. Cuanto peor para la generación actual, mejor para las venideras. La peste negra proporcionó a los jornaleros ingleses supervivientes las mejores condiciones de vida de su historia. Si Clark tiene razón, gentes como Stalin, Hitler o Mao, que tanto contribuyeron a diezmar sus poblaciones y las ajenas, han sido injustamente maltratadas. Tal vez la ola de bienestar económico de Europa Occidental a partir de 1945 se deba a la venturosa guerra mundial que los dos primeros contribuyeron decisivamente a desencadenar. Esta no es una reflexión moralista. Aunque Hitler no pudo practicar en toda su extensión sus ambiciosos proyectos económicos, sí sabemos lo que pasó con el comunismo ruso y el chino: a la postre, la mortalidad que indujeron no trajo sino estancamiento.</span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></blockquote><span style="padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; "><span style="padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; "><span style="padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; "><span style="padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; "><span style="padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; "><span style="padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; "><span style="padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; "><span style="padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; "><span style="padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; "><span style="padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; "><span style="padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; "><span style="padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; "><span style="padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; "><span style="padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; "><span style="padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; "><span style="padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; "><span style="padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; "><span style="padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; "><span style="padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; "><span style="padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; "><span style="padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; "><span style="padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; "><span style="padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; "><span class="Apple-style-span" style="font-size:medium;"></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span>El blog de Historia Económicahttp://www.blogger.com/profile/08085315852169823198noreply@blogger.com16tag:blogger.com,1999:blog-3688903676160309894.post-23214222340420968472009-02-08T10:00:00.000-08:002009-02-09T04:17:23.987-08:00"Industrial Evolution", por Benjamin Friedman<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgUcaS6yfBJPnjUOpYMky3bGkj9bdqcyWXPPIUuXsF7TvnOv7skqhHaacXceSucYt7JpDMkGZKo1mFyNxVqMXfy2pob6gxgS5HUCCEqvoZ5ui7IwXj7VU9nfBj_LrvKhl1DftyAFvn-TsE/s1600-h/farewell+to+alms.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5249935163702221266" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; CURSOR: hand; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgUcaS6yfBJPnjUOpYMky3bGkj9bdqcyWXPPIUuXsF7TvnOv7skqhHaacXceSucYt7JpDMkGZKo1mFyNxVqMXfy2pob6gxgS5HUCCEqvoZ5ui7IwXj7VU9nfBj_LrvKhl1DftyAFvn-TsE/s320/farewell+to+alms.jpg" border="0" /></a><div><span class="Apple-style-span" style="font-weight: bold;"><span class="Apple-style-span" style="font-size:large;">Industrial Evolution</span></span></div><div><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;">Review by Benjamin M. Friedman<br />(Sunday Book Review, The New York Times, 9 dec 2007)<br />Gregory Clark, <span class="Apple-style-span" style="font-style: italic;">A Farewell to Alms. A Brief Economic History of the World</span>. Princeton University Press, 2007.</span><br /><br />Every story has to begin somewhere. Do we think technological progress was responsible for the Industrial Revolution and the astonishing increase in living standards in some countries but not others since then? Fine, but what brought about the new technology? Maybe social and political institutions — democracy, tolerance, the rule of law — played a role in when and where living standards increased. But where did they come from?<br /><a name="secondParagraph"></a>After decades of banishment to the realm of sociology and other such disciplines, the idea that a society’s “culture” matters has recently reappeared in economics. David Landes, an economic historian and a living national treasure if there ever was one, began this movement nearly 10 years ago when he looked in part to culture to explain “why some are so rich and some so poor” (the subtitle of his classic overview of world history).<br />But why not go one step further: If culture is responsible, where does it come from? Why do some countries have an economically helpful culture while others don’t? And, since no society got very far in economic terms before the Industrial Revolution, what caused the culture of the recently successful ones to change?<br />In “A Farewell to Alms,” Gregory Clark, an economic historian at the University of California, Davis, suggests an intriguing, even startling answer: natural selection. Focusing on England, where the Industrial Revolution began, Clark argues that persistently different rates of childbearing and survival, across differently situated families, changed human nature in ways that finally allowed human beings to escape from the Malthusian trap in which they had been locked since the dawn of settled agriculture, 10,000 years before. Specifically, the families that propagated themselves were the rich, while those that died out were the poor. Over time, the “survival of the richest” propagated within the population the traits that had allowed these people to be more economically successful in the first place: rational thought, frugality, a capacity for hard work — in short the familiar list of Calvinist, bourgeois virtues. The greater prevalence of those traits in turn made possible the Industrial Revolution and all that it has brought. (A lacuna in the argument is that Clark never says just how prevalent this Darwinian process made the traits he has in mind. Would an increase from, say 0.05 percent of the population to 0.50 percent have mattered much?)<br />Clark’s book is delightfully written, offering a profusion of detail on such seeming arcana as technology in Polynesia and Tasmania before contact with the West,<br />Sharia-consistent banking practices in the Ottoman Empire and bathing habits (actually, the lack thereof) in 17th-century England. But Clark’s eye is fixed steadily on the idea he’s pushing; the details are fascinating, but they are there because they help make his central argument. Clark is also marvelously adept at drawing out the relevance of many facets of his historical inquiry for present-day concerns. For example: “We think of the Industrial Revolution as practically synonymous with mechanization, with the replacement of human labor by machine labor. Why in high-income economies is there still a robust demand for unskilled labor? Why do unskilled immigrants with little command of English still walk across the deserts of the U.S. Southwest to get to the major urban labor markets to reap enormous rewards for their labor, even as undocumented workers?”<br />The heart of Clark’s analysis consists of a detailed examination of births, deaths, income and wealth in England between 1250 and 1800, as evidenced primarily by wills. Although the records are scant, he finds that on average richer people were more likely to marry than poorer people, they married at earlier ages, they lived longer once they were married, they bore more children per year of marriage, and their children were more likely to survive and to bear children themselves. The result was centuries of downward mobility, in which the offspring of richer families continually moved into the lower rungs of society. Along the way, their behavioral traits and attitudes became ever more dominant.<br />Clark’s hypothesis is interesting for at least two reasons. First, it provides an internal mechanism to explain the Industrial Revolution. No deus ex machina, like James Watt’s improving the steam engine, or the Whigs’ overthrow of James II leading to England’s Glorious Revolution, is necessary. Given the conditions at work in England nearly a millennium ago, changes naturally occurred that made an industrial revolution probable, if not inevitable.<br />Second, Darwinian evolution is usually seen as a process that works over very long periods of time, with consequences for humans that we can observe only by looking far into the past. By contrast, Clark’s explanation for the Industrial Revolution is a change in “our very nature — our desires, our aspirations, our interactions” — that occurred within recorded history, indeed within the last half-dozen centuries. His idea also stands in contrast to the entire orientation of Enlightenment thinking, including Adam Smith’s, toward accepting human nature as it is and asking what social institutions would allow humankind with that nature to flourish (as Rousseau put it, “men as they are and laws as they should be”).<br />One frustrating aspect of Clark’s argument is that while he insists on the “biological basis” of the mechanism by which the survival of the richest fostered new human attributes and insists on the Darwinian nature of this process, he repeatedly shies away from saying whether the changes he has in mind are actually genetic. “Just as people were shaping economies,” he writes in a typical formulation, “the economy of the preindustrial era was shaping people, at least culturally and perhaps also genetically” (emphasis added). Nor does he introduce any evidence, of the kind that normally lies at the core of such debates, that traits like the capacity for hard work are heritable in the sense in which biologists use the term.<br />The issue here is not merely a matter of too often writing “perhaps” or “maybe.” If the traits to which Clark assigns primary importance in bringing about the Industrial Revolution are acquired traits, rather than inherited ones, there are many non-Darwinian mechanisms by which a society can impart them, ranging from schools and churches to legal institutions and informal social practices. But if the traits on which his story hinges are genetic, his account of differential childbearing and survival is necessarily central. (Experts on medieval demography may also raise questions about Clark’s reliance on wills, rather than parish records of births and deaths, but that is a different issue.)<br />Another troubling aspect of Clark’s book is the tension between his portrayal of the Industrial Revolution as a gradual development, as it would have to have been if it were the consequence of an evolutionary process — “the suddenness of the Industrial Revolution in England was more appearance than reality,” he claims — and his emphasis in early chapters on the iron grip of the Malthusian economy from which the Industrial Revolution finally allowed humanity to break free. Clark is thorough in explaining the perverse mechanics of the Malthusian world, in which food production and therefore population are strictly limited, together with the perverse implications that follow. (Catastrophes like the Black Death or failed harvests make people — those who survived, that is — better off by reducing the numbers competing for limited resources; improvements like sanitation or new medicines, or even charity, make everyone miserable.) And he repeatedly insists that this was the world in which humans, everywhere, lived for eons: “Living standards in 1800, even in England,” he writes, “were likely no higher than for our ancestors of the African savannah.” After this prelude, however, discovering that the Industrial Revolution is consistent with a Darwinian explanation because it occurred so gradually comes as something of a surprise.<br />Clark’s hypothesis also raises a troubling question about the future, albeit one he doesn’t mention. If the key to economic progress in the past was the survival of the richest, what is in store now that the richest no longer outbreed everyone else? As he notes in passing, in most high-income countries today family income bears no systematic relation to the number of children produced. Further, the populations of some rich countries in Europe are shrinking, apart from immigration, and the <a title="More articles about the United Nations." href="http://topics.nytimes.com/top/reference/timestopics/organizations/u/united_nations/index.html?inline=nyt-org">United Nations</a> Population Division projects that 97 to 98 percent of the entire increase in the world’s population between now and 2050 will be in the developing world.<br />Right or wrong, or perhaps somewhere in between, Clark’s is about as stimulating an account of world economic history as one is likely to find. Let’s hope that the human traits to which he attributes economic progress are acquired, not genetic, and that the countries that grow in population over the next 50 years turn out to be good at imparting them. Alternatively, we can simply hope he’s wrong.<br /><br /></div><div><span class="Apple-style-span" style="font-size:small;">Benjamin M. Friedman is an economics professor at Harvard. His most recent book is “The Moral Consequences of Economic Growth.” </span></div>El blog de Historia Económicahttp://www.blogger.com/profile/08085315852169823198noreply@blogger.com0