martes, 10 de marzo de 2009

Reflexiones sobre la teoría de la transición demográfica, por Cintia Fuentes Sánchez

La teoría de la transición demográfica describe el proceso de transformación de una sociedad preindustrial (caracterizada por tasas de natalidad y mortalidad altas) a una sociedad industrial (tasas de natalidad y mortalidad bajas), y analiza los cambios en la natalidad y mortalidad humanas, relacionándolos con el desarrollo económico.
     La transición demográfica es un proceso complejo y de larga duración, que se desarrolla entre dos puntos que están en equilibrio: un punto inicial (sociedad preindustrial) y otro final (sociedad industrial). El modelo típico de transición demográfica consta de tres etapas: en la primera disminuye la mortalidad; en la segunda desciende de la natalidad, produciéndose en este momento el mayor crecimiento vegetativo; y finalmente, en la tercera las tasas de natalidad y mortalidad se encuentran en sus niveles más bajos, dando lugar al fin del proceso. Algunos demógrafos, sin embargo, dividen la transición en cinco etapas.
     En los países avanzados del siglo XIX, la transición demográfica comenzó a mediados de siglo y finalizó en la década de los años 60 en el siglo XX. El principal factor que la hizo posible fue el gran desarrollo económico debido a la Revolución Industrial, que trajo consigo, entre otras cosas, una revolución en la agricultura (una mayor producción de alimentos redujo la mortalidad y las crisis de subsistencia fueron más escasas y menos intensas); un desarrollo científico (nacido al amparo del desarrollo industrial) que promovió hábitos higiénicos, aparición de las vacunas, mejores condiciones sanitarias en casas y ciudades; el inicio de la intervención humana para controlar la procreación y un cambio en la mentalidad. Como consecuencia de todo este desarrollo económico, se produjo un descenso de la natalidad. Además, la población sobrante de Europa tuvo la oportunidad de poder emigrar a las colonias que muchos países europeos poseían. En la actualidad, los países desarrollados se enfrentan a un grave problema: el fin de la transición demográfica conlleva el envejecimiento de la población, que consiste en que las generaciones más abundantes no están formadas por personas jóvenes, sino por personas mayores.
     Ningún país en vías de desarrollo ha terminado la transición demográfica, por lo cual el tiempo de duración es incierto. Existen grandes diferencias con el proceso que tuvo lugar en los países avanzados en el siglo XIX. La principal de ellas es que la transición demográfica no está siendo acompañada por un desarrollo económico. Este hecho está dando lugar a graves problemas de paro, pobreza, hambre, sanidad y educación deficientes... La mayoría de estos países se encuentran entre la primera y segunda etapa de la transición demográfica: la mortalidad está disminuyendo debido a que están llegando algunos avances de la medicina occidental, pero más difícil está resultando el descenso de la natalidad, pues los programas de control de natalidad encuentran oposición por razones políticas, religiosas o culturales, y la población sigue creciendo, en algunos casos de manera alarmante.
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