martes, 31 de marzo de 2009

Dos transiciones demográficas, por Raquel Clemente Rodríguez y Laura Cruz Iglesias

Podemos definir transición demográfica como el proceso de transformación de la estructura poblacional caracterizado, en líneas muy generales, por un descenso gradual de las tasas de natalidad  y mortalidad. Distinguimos entre dos etapas de la historia donde se ha llevado a cabo este proceso, la acontecida durante el siglo XIX en los actuales países avanzados y la iniciada en el siglo XX en los países en vías de desarrollo. Es destacable la divergencia entre los distintos autores que hacen referencia a esta teoría, sobre todo a la hora de especificar los factores que intervienen en su desarrollo, debido a la multitud de casos que se han dado a lo largo de la historia en las diferentes regiones del planeta.

Centrando la atención en la llamada transición demográfica “clásica”, podemos destacar que se trató de un proceso lento y gradual. En la fase inicial las tasas de mortalidad eran extremadamente elevadas y sólo podían compensarse con tasas de natalidad igualmente altas. La estabilización de estas tasas comenzó con la disminución de la mortalidad, motivada por mejoras en las condiciones sanitarias, higiénicas, menores crisis epidémicas, extinción de la peste, desarrollo científico…destacando una mejora indiscutible de la dieta gracias a la Revolución Agrícola (nuevas de sistemas de cultivo, mayor productividad…) y a la llegada de productos alimenticios procedentes de América. Como consecuencia de ello, se produjo un aumento de la presión sobre los recursos que puso en marcha los frenos preventivos mencionados por Malthus, destacando entre ellos “el modelo europeo de matrimonio tardío” que buscaba el control de la fecundidad. También debemos añadir como causas de este control el aumento coste de crianza de los hijos consecuencia de la aparición de una mentalidad moderna basada en la búsqueda del bienestar individual, la mayor alfabetización, la menor influencia de la Iglesia y la emancipación de la mujer. Por último, es preciso señalar que existe una correlación entre crecimiento económico estable y duradero (en este caso consecuencia de la Revolución Industrial) y tasas de natalidad equilibradas.

            En contraposición a la etapa anterior, el ciclo demográfico de los países pobres se caracteriza por ser más rápido y dinámico, ya que los conocimientos adquiridos en los países ricos se han transferido masivamente al mundo pobre provocando una drástica disminución de la mortalidad. Sin embargo, es destacable la elevada tasa de mortalidad infantil que impera en estos países, cuyas causas primordiales podrían encontrarse en la falta de recursos materiales, conocimientos médicos y desarrollo.  Además, se han producido reducciones en la natalidad mucho menores que en los países ricos, al no existir un control voluntario de los nacimientos. Para terminar, cabe mencionar la diversidad de las condiciones ambientales, estructura y cultura de las distintas sociedades pobres lo que conlleva a que estas posean tasas demográficas muy dispares.

            En definitiva, la principal diferencia es el ritmo acelerado de la segunda etapa, aunque podemos pensar que la base teórica no se corresponde con la experiencia empírica ya que continuamente aparecen datos de la elevada mortalidad cuando según la teoría ésta debería ser menor. Encontrando la causa de ello en que la transmisión de los avances modernos no es plena debido a la mala estructura institucional y política de la mayoría de estos países.

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